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La policía federal había interrogado a Mateen en varias oportunidades, en 2013 y 2014, por “eventuales vínculos terroristas”. Pero no pudo iniciar un proceso contra él al no tener nada que reprocharle a nivel legal.
Lo mismo sucedió en 2011 cuando el FBI había identificado a Tamerlan Tsarnaev, quien dos años más tarde se convirtió en el coautor del atentado en la maratón de Boston, junto a su hermano.
“Parece que el tirador estuvo inspirado por diversas fuentes de información extremistas en internet”, declaró Barack Obama luego de una reunión en el Salón Oval a la que asistieron, entre otros, el director del FBI, James Comey, y el ministro de seguridad interior, Jeh Johnson.
“No podemos mantener a las personas bajo investigación indefinidamente”, añadió Comey, que precisó que Mateen figuró en el registro de personas a vigilar durante los diez primeros meses de la investigación, antes de ser retirado de la lista.
Para Steve Pomerantz, exfuncionario antiterrorista del FBI, la institución policial está jurídicamente desprovista en este tipo de situaciones.
“Si todo lo que Mateen hacía era visitar algunos sitios en internet” que alentaban al yihad “y lanzar afirmaciones de loco, seguramente no había nada que pudiera hacerse contra él”.
Mientras que los sospechosos “no den el paso de levantar fondos para el EI o reclutar para ellos, no va contra la ley, entonces ¿qué quieren hacer?”.
“¿Ponemos bajo escucha a este tipo? ¿Por cuánto tiempo? ¿Lo seguimos?...”.
Sin contar los riesgos contra las libertades individuales si las autoridades deciden aumentar la vigilancia policial.