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KOH LIPE, Tailandia (EFE). El primer ministro de Malasia, Najib Razak, abogó a favor de un acuerdo regional para resolver la crisis de inmigrantes e instó a Birmania, país del que huyen gran parte de ellos, a que dé una “respuesta positiva”.
Unas 6.000 personas se encuentran, según la ONU, atrapadas en barcos a la deriva en el golfo de Bengala a la espera de poder desembarcar en Tailandia, Malasia o Indonesia, semanas después de que zarparan de Bangladesh y Birmania.
Gran parte de los inmigrantes son rohingyas, una minoría musulmana perseguida en Birmania, donde no se les reconoce la ciudadanía.
Una de las embarcaciones, con al menos 300 hombres, mujeres y niños hambrientos, ha sido rechazada en varias ocasiones por la Marina tailandesa y malasia, en lo que las organizaciones humanitarias califican como un “ping-pong” con vidas humanas.
El primer ministro malasio defendió que la crisis sea abordada por la Asociación de Naciones del Sudeste de Asiático (Asean), de la que son miembros Malasia, Birmania y Tailandia.
Hasta ahora el gobierno de Birmania se ha desentendido de la crisis y ha puesto en duda su participación en una reunión convocada por Tailandia el 29 de mayo para debatir posibles soluciones.
“Espero que (Birmania) dé una respuesta positiva en la medida que estos refugiados son consecuencia de problemas internos, en los que no podemos interferir pero ante los que queremos hacer algo antes de que la situación empeore”, dijo Najib.
El primer ministro malasio mantuvo ayer una conversación telefónica con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien reiteró su preocupación por la situación de los inmigrantes atrapados en alta mar.
“Le he dicho [a Ban Ki-moon] que esta es una catástrofe humanitaria que debe ser abordada seriamente por todos los países. Este no es solo un problema de Asean, es una cuestión humanitaria y global”, añadió el premier malasio.
Unas 2.500 personas han desembarcado desde el domingo pasado en Indonesia, Malasia y Tailandia, pese a la oposición de la marina de estos tres países, que empuja estos barcos lejos del litoral desoyendo las llamadas de la ONU y organizaciones humanitarias para que abran sus fronteras ante esta emergencia humanitaria.