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El nuevo plan, el cuarto que Brasil anuncia en infraestructuras en la última década, abarca obras en los sectores de ferrocarriles, carreteras, puertos y aeropuertos, que serán ofrecidas en concesión al sector privado nacional y extranjero con una financiación de la banca pública que, según el proyecto, variará entre el 70 y 90%.
El resto de la financiación provendrá de la banca privada y del mercado de capitales, los cuales encontrarán “un estímulo” en la “seriedad” del país y en la “seguridad jurídica” que ofrece, afirmó Rousseff.
Rousseff busca que este plan tenga “efectos inmediatos en toda la economía y en la calidad de vida de toda la sociedad” como factor generador de puestos de trabajo, en momentos en que el desempleo llega al 8%.
El programa fue presentado en medio de una fuerte desaceleración de la economía nacional, que según todas las previsiones del Gobierno y del sector privado se contraerá al menos un 1,2% este año.