Papa Francisco promete un servicio humilde para los más desprotegidos

El papa Francisco inauguró ayer su pontificado con un mensaje en favor de la paz y de “la ternura”, asegurando que servirá con humildad a una Iglesia católica enfrentada a numerosos desafíos, protegiendo a los más pobres y olvidados.

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VATICANO (EFE). Ante decenas de miles de fieles –entre 150.000 y 200.000, según el Vaticano– y mandatarios de todo el mundo que se congregaron en la Plaza de San Pedro para la misa, el primer papa latinoamericano fijó en su homilía las líneas de su pontificado.

“El verdadero poder es el servicio, y también el papa, para ejercer el poder (...) debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto y rico de fe”, afirmó Francisco, que en solo unos días ha dado esperanzas de cambio en una Iglesia desacreditada por los escándalos internos.

El nuevo jefe de la Iglesia que tiene 1.200 millones de fieles en todo el mundo, insistió en que el “amor” es otra de las claves de ese servicio.

“No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura”, proclamó recibiendo una gran ovación el primer pontífice jesuita, que se inspiró en San Francisco de Asís en la elección de su nombre.

El papa del Nuevo Mundo pidió “respeto por todas las criaturas de Dios”, citando a los niños, los ancianos, “quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón”.

Por una vez desde su elección sorpresa el pasado miércoles, Francisco respetó el texto preparado en esta ceremonia solemne, y no improvisó como acostumbraba en las últimas ocasiones.

Vestido con una sencilla casulla sobre su sotana blanca, instó a proteger “el entorno en que vivimos”, y dirigiéndose especialmente a los responsables de los ámbitos “económico, político y social”, les invitó a no permitir que “los signos de destrucción y de muerte” guíen el mundo.

Antes de presidir la misa, Francisco rezó ante la tumba de San Pedro, el padre de la Iglesia, situada debajo del altar mayor de la basílica vaticana, acompañado por los patriarcas de las iglesias católicas orientales.

Allá estaban el palio (larga estola) de lana blanca con seis cruces rojas que perteneció a su predecesor Benedicto XVI, y el sencillo anillo de Pescador de plata dorada que ha elegido para su pontificado que le fueron entregados al principio de la ceremonia.

Mientras los fieles asistían con solemnidad a este momento histórico en el Vaticano, en Buenos Aires, la ciudad natal del nuevo pontífice, la multitud que seguía en directo la ceremonia a través de pantallas gigantes estalló en aplausos y vítores.

Bajó del papamóvil

La popularidad y la espontaneidad del nuevo pontífice quedaron nuevamente demostrada antes de la misa en su recorrido en un jeep blanco totalmente descubierto por la plaza inundada de banderas de todos los países, muchas de ellas argentinas.

Francisco saludó sonriente y con cariño a los fieles, besó a niños, e incluso se bajó del papamóvil en un momento para acariciar el rostro de un enfermo.

Saludo de 132 delegaciones

Tras la ceremonia, el Sumo Pontífice, de 76 años, que por momentos parece tener dificultades para caminar, recibió una a una a las 132 delegaciones extranjeras que asistieron a la misa en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.

La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, vestida de riguroso negro, fue una de las primeras en saludar al hasta hace una semana arzobispo de Buenos Aires, al día siguiente de que, tras numerosas tensiones, ambos protagonizaran un gesto de acercamiento durante un almuerzo en el Vaticano.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no pudo contener las lágrimas cuando llegó su turno, mientras que Sebastián Piñera llegó cargado de rosarios.

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