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JERUSALÉN (AFP, EFE). Los atacantes entraron a la hora de la oración. “Escuché disparos, y uno de los fieles salió del edificio gritando “¡Hay una matanza!”, dijo un testigo a la radio.
Los dos palestinos abatidos por agentes atacaron con “hachas, cuchillos y una pistola”, indicó la Policía.
La muerte de cuatro judíos en un lugar de culto echa leña al fuego en una ciudad donde, desde julio, se registra una fuerte tensión.
Espiral de terror
La Ciudad Santa entró en un ciclo de violencia en julio pasado, cuando extremistas palestinos secuestraron por varios días y luego asesinaron a tres adolescentes israelíes.
La escalada de violencia llegó a una nueva etapa hace un mes, cuando un palestino embistió con su automóvil una estación de tranvía matando a un bebé de 3 meses e hiriendo a varias personas.
Otros dos palestinos siguieron su ejemplo con sendos ataques mortales en Jerusalén y Cisjordania.
Después, tuvo lugar una serie de ataques con puñales que llegó a las calles de Tel Aviv.
Tras el atentado en la sinagoga, el ministerio de Seguridad Interior, Yitzhak Aharonovich, decidió autorizar el porte de armas fuera de las horas de servicio a los militares y los guardianes de las escuelas.
Extemistas celebran
Las dos principales fuerzas islamistas palestinas, Hamás y la Yihad Islámica, celebraron el ataque que por el momento no fue reivindicado.
Hamás llamó ayer “a continuar las operaciones” de terror contra israelíes.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, pidió al mundo que condene sin paliativos la “salvaje instigación palestina”.
Instó, además, a sus conciudadanos israelíes a no tomarse la justicia por su mano, buscando evitar mayor derramamiento de sangre.