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En diversos países, los extremistas islámicos han usado a niños y niñas, alienados por una instrucción radical, como portadores de bombas en horrendos ataques.
El ataque fue el más letal en lo que va de año en Turquía y el presidente Tayyip Erdogan dijo ayer que fue perpetrado probablemente por militantes locales y procedentes de Siria.
“Las evidencias iniciales indican que fue un ataque del Daesh (el Estado Islámico)”, comentó Erdogan.
Agregó que hay 69 personas en el hospital y que 17 están “gravemente heridas”.
El Estado Islámico ha sido culpado por otros ataques en Turquía, que han tenido como objetivo frecuente grandes concentraciones de kurdos, en un intento por disparar las tensiones étnicas.
La mayor masacre ocurrió en octubre, cuando atacantes suicidas mataron a más de 100 personas en una concentración de activistas prokurdos y sindicalistas en Ankara.
La fiesta nupcial del sábado era en honor a un miembro del prokurdo Partido Democrático Popular y el novio fue uno de los heridos, señaló.
La novia resultó ilesa, según un funcionario local.
Las celebraciones estaban terminando con la tradicional noche de fiesta de la “henna”, en la que los invitados reciben una pintura decorativa en sus manos y pies.
Algunas familias se habían ido ya cuando explotó la bomba, pero entre los muertos había mujeres y niños, según los testigos.