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CARACAS (Reuters, AFP). Venezuela volvió a las urnas ayer después de cuatro meses de violentas manifestaciones contra el régimen de Nicolás Maduro que dejaron unos 125 muertos entre abril y junio; por lo que estos comicios representaban un gran desafío para el gobierno de la “revolución bolivariana”.
Desde que el fallecido presidente Hugo Chávez asumió el poder en 1999, el chavismo ha triunfado en todas las elecciones regionales posteriores.
En el comando de campaña opositor el ambiente era festivo hasta antes del anuncio de los resultados oficiales, que otorgaban -según el Consejo Nacional Electoral- una “victoria contundente” del chavismo.
Al cierre de las votaciones, y aunque los datos eran extraoficiales la oposición anunciaba que logró quedarse con al menos 13 (antes tenía 3) de las veintitrés gobernaciones.
Según el periódico el Nuevo Herald, en base a una participación de entre 50% y 55%, y cerca de la media noche de ayer, la oposición declaraba una “gigantesca victoria”.
Pero la presidenta del Consejo Electoral, Tibisay Lucena, informó que los candidatos del partido de gobierno lograron la victoria en al menos 17 de las gobernaciones.
El jefe del comando de campaña de la oposición, Gerardo Blyde, declaró: “Tenemos serias dudas sobre los resultados (...) dado el comportamiento sospechoso, inhabitual, muy diferente a la información que manejamos, queremos advertir al país y a la comunidad internacional”, agregó.
Camino difícil
Aún si la oposición logra arrebatarle al chavismo el control de la mayoría de los 20 estados que gobierna, el camino no será fácil y poco podrá hacer porque los jefes regionales deberán estar supeditados -según advirtió Maduro- a la poderosa Asamblea Nacional Constituyente, formada únicamente por chavistas.
A las puertas está un nuevo repunte del conflicto institucional. Los gobernadores podrían terminar como el Parlamento, cuyo poder fue anulado por la justicia -acusada de oficialista-.
Aunque la elección es regional, los resultados “tendrán efecto” en un posible diálogo -tímidamente reiniciado en septiembre en República Dominicana- y en la elección presidencial de fines de 2018.
La administración de Maduro, que ha sido acusada afuera y en casa de haberse degradado en una dictadura, apoyada en una asamblea constituyente “ilegítima”, mostraba el proceso electoral como una evidencia de la “victoria total de la democracia revolucionaria” que reina en el país con la mayor reserva de petróleo del mundo.
Venezuela sufre la peor crisis de su historia contemporánea: a la inflación de tres dígitos se le suma una recesión económica de casi cuatro años y escasez de alimentos y medicinas. El difícil panorama se ha agravado con sanciones financieras desde EE.UU., que le ponen más trabas a la hora de adquirir préstamos y pagar sus compromisos internacionales justo cuando precisa de liquidez.