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Para Francisco, “es fundamental que al regresar a sus países, a sus diócesis, los obispos que vengan a Roma sean conscientes de las reglas que deben aplicar y, por lo tanto, tomen las medidas necesarias para evitar los abusos, así como para proteger a las víctimas y para que ningún caso sea encubierto u ocultado”, explicó el director interino de la sala de prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti.
Unos 180 participantes, entre ellos los presidentes de las conferencias episcopales, líderes de las Iglesias orientales, representantes de congregaciones religiosas y de la Curia romana, se reunirán en febrero con Francisco.
Tras su anuncio, la reunión generó grandes expectativas entre las víctimas de abuso sexual, que exigen una reforma interna así como acciones concretas.
Los miles casos han afectado la credibilidad de la Iglesia, que se ha visto aún más desacreditada en 2018 por las escándalos en Chile, EE.UU. y Alemania.
En Chile, la Fiscalía investiga 148 casos de presuntos abusos sexuales cometidos por personas vinculadas a la Iglesia.
Para responder a los escándalos por los abusos sexuales y de poder, es necesario “un corazón libre de compromisos y aparentes certezas”, advirtió el Papa.
Francisco pidió “no solo una nueva organización sino la conversión de nuestra mente (metanoia), de nuestra manera de rezar, de gestionar el poder y el dinero, de vivir la autoridad así también de cómo nos relacionamos entre nosotros y con el mundo”.