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SALISBURY, Reino Unido (AFP). Los dos británicos, un hombre de 45 años y una mujer de 44, ingresaron el sábado en estado crítico en un hospital de Amesbury, sureste de Inglaterra, donde el exagente ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia fueron envenenados en marzo con Novichok, un agente neurotóxico.
En un primer momento, las autoridades pensaron que la mujer y el hombre habían consumido drogas ilegales pero, más tarde, informaron de un “incidente grave”. Según Scotland Yard, manipularon un “objeto contaminado”.
Reino Unido ya alertó a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
El agente nervioso Novichok, que dejó a estos británicos en estado crítico, cuatro meses después del envenenamiento de un exagente ruso y de su hija, es un tóxico poco conocido y altamente peligroso, como el gas sarín y el VX.
Su concepción por científicos soviéticos se remonta a los años 1970-1980, último periodo de la Guerra Fría.
Esta sustancia que actúa sobre el sistema nervioso provoca la pérdida de control de los músculos, generando espasmos y parálisis. Puede provocar la muerte por sofocación o paro cardíaco.
El procedimiento clásico para tratar los casos de envenenamiento con un agente nervioso se basa en estabilizar las funciones vitales del cuerpo (respiración, latidos del corazón) .
En el caso Skripal, Londres señaló directamente a Rusia, que negó implicación, lo que generó una grave crisis diplomática entre Moscú y Occidente.
La primera ministra británica, Theresa May, aseguró que la policía “removerá cielo y tierra” para aclarar este nuevo caso de envenenamiento, que calificó de “extrema preocupación”.
Moscú se defendió asegurando no tener “informaciones sobre la sustancia utilizada” y dijo estar “muy preocupado” por “el uso repetido de tales sustancias en Europa” y llamó a las fuerzas de seguridad británicas “a que no cedan a los sucios juegos políticos comenzados por algunas fuerzas en Londres”.