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El trabajo del científico suizo Jacques Dubochet, el estadounidense Joachim Frank y el británico Richard Henderson, la criomicroscopía, permite estudiar muestras biológicas (virus, proteínas) sin alterar sus propiedades, puesto que evita los colorantes o los haces de electrones desprendidos por los rayos X.
La microscopía electrónica convencional deshidrata las muestras (muchas veces constituidas por una gran cantidad de agua), de modo que las altera. También las altera el uso de colorantes o de sales empleados para mejorar la resolución de la imagen.
A través de esta técnica, en la que la muestra se estudia a temperaturas muy bajas, cada parte de la célula puede ser capturada a nivel atómico, lo que ha permitido por ejemplo visualizar cientos de biomoléculas o proteínas que confieren resistencia a la quimioterapia y antibióticos.
Este método permite “visualizar procesos que nunca se habían visto”, dijo la Real Academia Sueca.