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CABO CAÑAVERAL, EE.UU. (AFP). Cuatro horas y media después y tras orbitar dos veces la Tierra, la cápsula se posó suavemente en el océano a 1.000 Km de las costas mexicanas de Baja California, frenada por tres inmensos paracaídas.
“Aquí está tu nuevo vehículo espacial, Estados Unidos”, dijo el comentarista de la NASA, Rob Navias, cuando las imágenes mostraban a la cápsula acercándose al agua.
Orión es la primera nave espacial estadounidense diseñada para transportar seres humanos hacia el espacio exterior, desde las misiones Apolo que hace cuatro décadas llevaron astronautas a la Luna.
Su diseño recuerda precisamente al Apolo XI, que llegó al satélite terrestre en 1969. Como los Apolo, Orión está compuesto por una serie de cohetes principales, que la impulsan hacia el espacio, y una pequeña cápsula que constituye el habitáculo que ocuparían en un futuro las tripulaciones.
Navias describió el vuelo de ensayo como “perfecto” y como “una etapa significativa para el programa espacial” estadounidense.
En su segunda vuelta en torno a la Tierra, la cápsula alcanzó una altitud de 5.800 Km, casi 14 veces más la altitud a la que orbita la Estación Espacial Internacional (420 km).
Hacia las 15:23 GMT, veinte minutos después de alcanzar la mayor altitud de su periplo, Orión se despegó de la segunda etapa del cohete Delta IV y del módulo de servicio, para preparar su retorno a la atmósfera terrestre.
La nave descendió a más de 32.000 km/h, 84% de la velocidad que alcanzaría una cápsula que vuelve desde la Luna. Diez minutos después, amerizó suavemente.
Los controladores del vuelo dijeron que el vehículo se encuentra en condición estable y fue retirado de las aguas por un equipo integrado por miembros de la NASA, la marina y de Lockheed Martin.
Esta primera misión de Orión permite evaluar el rendimiento de la cápsula espacial ante desafíos clave como la separación por etapas del cohete, la elevada radiación, el calor abrasador (de 2.200 °C) antes del amerizaje; además del funcionamiento de los paracaídas y de las computadoras a bordo.
La nave también llevaba 1.200 sensores para medir las vibraciones, las radiaciones y los niveles de ruido y temperatura.
El éxito del lanzamiento realizado por la NASA sirve como paliativo ante los fracasos recientes que representaron los dos accidentes de vuelos espaciales privados ocurridos en octubre.
“Vivimos un momento emocionante, pues el éxito de esta prueba nos acerca al momento en que podremos enviar seres humanos a Marte”, manifestó ayer el director de la NASA, Charles Bolden.