Cargando...
SÃO PAULO (AFP). La primera ruptura se produjo el 12 de marzo, forzando a Anglo American a paralizar sus operaciones por dos semanas, y el 29 de marzo se registró otro escape, lo que provocó una nueva suspensión del trabajo por tres meses.
La primera fuga “causó contaminación y daños ambientales que derivaron en daños a los recursos hídricos, generó también daño o peligro de daño a la salud pública y al bienestar de la población”, indicó la Secretaría de Medio Ambiente y desarrollo Sostenible (Semad) de Minas Gerais, citada por la estatal Agencia Brasil.
El comunicado de la Semad indica que en el primer incidente se filtraron 474 toneladas de pulpa de hierro y en el segundo 647 toneladas, de acuerdo con las informaciones brindadas por Anglo American.
La multinacional indicó en una nota que está analizando la infracción recibida y que se pronunciará “oportunamente”.
Minimizó efectos, dice
La empresa afirma además que “tomó todas las medidas para minimizar los efectos de los incidentes ocurridos el 12 y el 29 de marzo, lo que incluyó la inmediata suspensión de sus operaciones, el trabajo de limpieza del río de Santo Antonio do Grama y el diálogo permanente con los habitantes” .
La filtración del 12 de marzo afectó el abastecimiento de agua a la ciudad Santo Antonio do Grama, Minas Gerais, de 4,2 millones de habitantes, y la empresa argumentó en su momento que el material esparcido no era considerado peligroso.
La instancia estatal aún podría pronunciarse en torno a la segunda fuga. El mineroducto extrae recursos en Minas Gerais y los transporta a un puerto en Rio de Janeiro.
El otro caso
Minas Gerais fue escenario en 2015 del mayor desastre ambiental de la historia de Brasil, que se originó cuando cedió un dique de Bento Rodrigues (cerca de la ciudad de Mariana) que contenía casi 40 millones de metros cúbicos de residuos mineros de la empresa Samarco, propiedad de la brasileña Vale y de la anglo-australiana BHP-Billiton.
El tsunami de lodo mató a 19 personas, arrasó varias localidades y recorrió más de 600 kilómetros por el Rio Doce hasta el océano Atlántico, devastando fauna y vegetación a su paso.