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Este insecto habita en lagos de todo el mundo, excepto en la Antártida, y entre uno o dos años de su ciclo vital los pasa bajo el agua en estado larvario.
Durante el día, la larva se protege de los depredadores escondiéndose en el lecho del lago y durante la noche sale a la superficie para alimentarse.
Está equipada con unas vesículas o “bolsas de aire” para desplazarse hacia adelante o hacia arriba.
Se ha descubierto que esta larva usa el gas metano que encuentra en los lechos como combustible para esas vesículas, y las libera en la superficie.
El agua dulce es el responsable del 20% de las emisiones naturales de gas metano, por tanto, tiene un impacto significativo sobre el efecto invernadero, señalan los expertos.