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En la actualidad, ya hay dispositivos que ayudan a estos pacientes a componer palabras letra por letra mediante movimientos de los ojos o la cabeza. Pero aunque mejoran la calidad de vida, estos sistemas son lentos y sirven para producir unas 10 palabras por minuto, en vez de las 150 cuando se está en facultades.
De ahí la idea de los científicos de ir a buscar directamente las palabras a su fuente, el cerebro.
La investigación mejora las prestaciones de otros dispositivos de comunicación que recurren al llamado interfaz cerebro-computador (BCI, sus siglas en inglés) y es un avance hacia el desarrollo de un BCI que, en el futuro, podría restaurar la función del habla en personas con algún tipo de desorden neurológico, como una apoplejía o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), o cuyo tracto vocal está dañado por un cáncer.
Los expertos llevaron a cabo un experimento con cinco pacientes tratados por epilepsia a los que colocaron electrodos en los cerebros. Luego, decodificaron estas señales asociando los movimientos necesarios para la pronunciación, en las mandíbulas, la lengua, los labios o la laringe.
Finalmente, sobre la base de estos movimientos, reprodujeron dichas oraciones por computadora. Los resultados obtenidos son asombrosos: si bien la voz sintética se come ciertas palabras, otras son claramente comprensibles.