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Jóvenes con rastas, camisetas con inscripciones alusivas, músicos de reggae, y el inconfundible aroma de los cigarrillos de marihuana se mezclaban en el tradicional paseo público.
“Uno más que cultiva/ uno menos que compra”, rezaba una gran banderola que algunos asistentes colgaron de la histórica Pirámide de Mayo, en medio de la plaza.
La jornada, que se sumó a “la Marcha Mundial de la Marihuana”, fue convocada por organizaciones de cannabicultores, en reclamo de “una ley que no criminalice a los ciudadanos y combata el narcotráfico”.
“Que legalicen el cultivo y no haya más presos. Legalización del consumo”, se leía en una camiseta que un joven vendedor ofrecía.
Con un cigarrillo de marihuana en la boca, una joven apodada “Buenavibra” (buena onda), aseguró que “esto es lo único que fumo y es natural”.
Varios vendedores ofrecían pipas para marihuana, camisetas con inscripciones alusivas y dibujos de plantas de cannabis, trenzas rastas, pulseras con los colores de la bandera de Jamaica, mientras entre los asistentes circulaba cerveza, y fernet con cola, una popular bebida alcohólica.
“Esto también lo hacemos consumiendo marihuana”, escribió Nadia Presti, de 33 años, frente a la manta sobre la que exhibía pequeños libros de divulgación de cultivos alternativos y breves escritos propios y de otros que ella misma encuaderna.
“Para mí la marihuana es un motor”, dice la mujer.
En defensa del cultivo libre de marihuana sostuvo que “la comprada está cada vez más cara y es de mala calidad, si la cultivás vos te medís más en lo que consumís”.
En 2009, la Corte Suprema de Argentina declaró inconstitucional el castigo penal a la tenencia de escasa cantidad de drogas en personas mayores de edad, en un país donde el consumo personal de marihuana aún está castigado penalmente.
Luego de unas cuatro horas, los asistentes se fueron de la plaza marchando por la céntrica avenida de Mayo, al ritmo de una cuerda de tambores en una soleada y fresca tarde otoñal.