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La falta de medios ha obligado a las autoridades a renunciar a la búsqueda de las víctimas, cuyos cuerpos no serán recuperados y permanecerán sepultados en muchos casos sin identificar en el lugar donde les sorprendió el alud y perdieron la vida.
“La decisión la adoptó el vicepresidente Karim Khalili tras consultar el gobernador de la provincia de Badakhshan –escenario del desastre– Shah Wali Adeeb, y otras autoridades regionales”, explicó el portavoz del Gobierno provincial, Ahmad Wali Ferotan.
La medida se tomó después de que se constatara la enorme dificultad de transportar al área del siniestro la maquinaria necesaria para localizar los cadáveres, algunos de los cuales se encuentran bajo 30 metros de tierra, lodo y piedras, apuntó el portavoz.
Situada cerca del montañoso vértice en que Afganistán limita con China, Tayikistán y Pakistán, la localidad donde se produjo el desastre, Ab-e-Barik, ha desaparecido prácticamente del mapa y con ella han quedado sepultados la mayoría de sus habitantes.
El número exacto de víctimas continuará siendo una incógnita aunque las autoridades las cifran en más de dos millares, de acuerdo con el cálculo de que unas siete personas habitaban en cada una de las 300 casas enterradas por el deslizamiento del terreno.
Aparte de por el abandono de los trabajos de rescate, la inmensa mayoría de las víctimas no han podido ser identificadas por la falta de censos fiables en el área del deslave, de difícil acceso y con escasas vías de comunicación con el resto del país.
El vicegobernador de Badakhshan, Gul Ahmad Bedar, precisó que solo se han identificado 260 cuerpos de hombres, mujeres y niños. “La decisión ha sido dura pero no nos ha quedado más remedio que convertir el área en una fosa común”, declaró Bedar. El esfuerzo se centra en la actualidad en el auxilio a los damnificados, a los que se ha proporcionado mantas y medicinas y se les ha alojado en tiendas de campaña.