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Otros tres uniformados que también habían sido acusados ante un tribunal del estado de São Paulo fueron liberados.
Los oficiales, en su mayoría actualmente retirados, fueron hallados culpables de haber matado a 15 presos en la prisión durante una operación para sofocar la revuelta del 2 de octubre de 1992, que luego se conoció como “la matanza de Carandirú”.
Sobrevivientes de la masacre acusaron a la policía de haber disparado a internos que ya se habían rendido o se habían escondido en sus celdas. Las pruebas mostraron que la policía militar atacó a balazos a los reclusos antes de destruir elementos que podrían haber servido para determinar responsabilidades en los asesinatos.
Además de los 111 presos muertos, otros 87 sufrieron diversas lesiones.
La defensa, que argumentó que los policías dispararon en defensa propia tras haber sido amenazados y agredidos por los detenidos, anunció que apelará el fallo. Ninguno de los agentes implicados en la operación resultó muerto ni herido.