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Pero, mientras que Jean-Marie Le Pen nunca pensó realmente que pudiera llegar a ser jefe de Estado, su carismática hija y heredera política está convencida de que el próximo 7 de mayo Francia tendrá a su primera presidenta.
La candidata del Frente Nacional (FN) ha sabido capitalizar el hartazgo de los franceses ante el desempleo y la inmigración, y aprovechar la ola nacionalista en Europa para convertirse en uno de los favoritos para las presidenciales.
Esta abogada de 48 años promete, entre otras cosas, la suspensión de los acuerdos de libre circulación en el seno de la Unión Europea (UE), salir del euro y que para ser francés haya más requisitos que haber nacido en territorio francés.
“En el fondo, si tuviera que definirme, creo que contestaría simplemente que soy intensa, orgullosa, fiel, evidentemente francesa. Tomo los insultos a Francia como si fueran contra mí directamente”, explica en su videoclip de campaña.
“¡Estamos en nuestra casa!”, repite a voz en cuello en los discursos que pronuncia durante sus mítines, a los que acude gente de todas las edades y clases sociales. Un lema que sus adversarios consideran como “un grito de xenofobia”; un “grito de amor” a Francia, contesta ella.