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ESTOCOLMO (EFE).Este año, más que nunca, coincidieron los discursos pronunciados en Estocolmo y en Oslo, donde horas antes se había entregado el Nobel de la Paz al indio Kailash Satyarthi y a la adolescente paquistaní Malala Yousafzai, quienes también pidieron educación para todos los niños y niñas.
El presidente del consejo de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, comenzó su discurso recordando que el Nobel de la Paz ha reconocido ese año un derecho “muy básico: el derecho a la educación y a una infancia segura, independientemente de la religión, el género o la etnia”.
La ceremonia había empezado con la llegada a la Sala de Conciertos de los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, junto a la princesa heredera Victoria y su esposo, el príncipe Daniel, tras los que entraron en el escenario los once galardonados, diez hombres y una mujer; galardón que ninguno habría logrado si no hubieran tenido acceso a la educación, que les permitió “realizar estos fantásticos logros” que hoy se premiaron, agregó Heldin.
“Si tenemos que ser capaces de abordar los desafíos a los que se enfrenta la Humanidad, la educación no puede ser privilegio para un grupo exclusivo. Es fundamental para el desarrollo y la coexistencia pacífica entre naciones y personas”, dijo.
“El final del siglo XIX, en el que vivió Alfred Nobel, guarda similitudes con hoy en día. Fue una era de grandes avances científicos, pero también, como la nuestra, de fuertes desafíos sociales y medioambientales, con tendencias xenófobas y antiintelelectuales y con un crecimiento militar unido a acciones nacionalistas despiadadas y obvias amenazas a la paz”, señaló.
Tras las palabras de Heldin, los premiados se fueron acercando uno en uno al centro de escenario, en ese orden, y recogieron de manos del monarca la medalla y el diploma que les acredita como ganadores (además de 10 millones de coronas –1,22 millones de dólares–).
Los japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura recibieron el galardón de Física por inventar el diodo azul, un premio que cumple “totalmente”, según Anne L’Huillierde de la Academia de Física, con el deseo de Nobel de reconocer a quienes han dado “los mayores beneficios a la Humanidad”.
El desarrollo del microscopio fluorescente de superresolución, con el que se han hecho visibles detalles esenciales de las células vivas, ha valido el Nobel de Química al alemán Stefan Hell y a los estadounidenses Eric Betzig y William Moerner, a quienes Mans Ehrenberg de la Academia de Química dio las gracias “por compartir su magia con nosotros”.
El matrimonio noruego de May-Britt y Edvard Moser, junto al estadounidense John O’Keefe son Nobel de Medicina por descubrir las células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro. El Nobel de Literatura fue para el francés Patrick Modiano y el de Economía, para fue para el también francés Jean Tirole.