Los atroces crímenes de Sendero Luminoso

El grupo terrorista Sendero Luminoso mantiene aún, desde los años 80, en la espesura de la selva amazónica de Perú campamentos de esclavos indígenas, y ha asesinado a miles de ellos, según revela una última investigación realizada sobre este tema.

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LIMA (EFE). Comparables a los crímenes cometidos por el régimen de los también comunistas Jemeres Rojos, en Camboya, los detalles de esta historia han sido rescatados del olvido y la indiferencia por los periodistas peruanos José Arrieta y Víctor Tipe en “El valle de la muerte. Las masacres ocultas de Sendero Luminoso”, grupo comunista que masacró a miles de personas.

Arrieta y Tipe señalaron que recabaron testimonios inéditos de personas rescatadas en la selva central y suroriental de Perú, en el conflictivo Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), por donde aún se desplazan remanentes de Sendero Luminoso y organizaciones de narcotraficantes.

Tipe dijo que buscaron contar “cómo se vivía en los campamentos, cuál era el trato que le daba Sendero a este grupo” de secuestrados, que la Comisión de la Verdad estimó en unas 5.000 personas en los años 90.

Arrieta añadió que también intentaron dar “un llamado de atención a los gobiernos y a la sociedad en general” sobre la situación de los esclavos, en su mayoría de los pueblos indígenas ashaninka y machiguenga, así como colonos que habían llegado a la zona.

Los senderistas arribaron al lugar a inicios de los años 80 por una decisión del comité central que dirigía su fundador, Abimael Guzmán, y se llevaron “a todas las poblaciones bajo su control al monte” a finales de esa década, cuando las fuerzas de seguridad lanzaron una gran operación para retomar el control.

“Ahí comienzan a vivir en estos campamentos pequeñísimos, moviéndose cada dos, tres meses, nunca en lugares estables. En un momento dado deben haber habido unos cien campamentos, ahora no se sabe cuántos son”, detalló Arrieta.

Arrieta relató que los senderistas separan a los miembros de las familias en diferentes campamentos para asegurarse de que no se fuguen y durante años han usado a las mujeres como esclavas sexuales para “producir hijos para la revolución” e incluso “existen testimonios de mujeres que han tenido siete hijos y nunca los han conocido”.

Tipe agregó que les narraron episodios tan extremos como el asesinato de enfermos para extraerles la grasa que necesitaban para el mantenimiento de las armas, así como casos de canibalismo.

Según remarcó Arrieta, cuando recibieron el primer testimonio de este tipo lo vieron “con escepticismo”, pero después otras personas que no se conocían y de distintas edades “hablaban del mismo tema”.

Los autores también se enteraron de sucesos desconocidos hasta ahora, como una masacre en la comunidad de Etzoniari que el 28 de julio de 1993 dejó entre 300 y 500 muertos, en la que sería la mayor masacre cometida por Sendero Luminoso.

“A las seis de la mañana de ese día entra una columna numerosa, según los testigos de unas 500 personas, entre nativos y colonos, gente que había sido arrastrada a la fuerza por Sendero”, buscando liberarse, con lanzas y flechas, y entonces comenzó la represión de los miembros de Sendero, narró Tipe.

La resistencia de los indios terminó unas seis horas después, cuando Sendero impuso el poder de sus armas de fuego sobre las lanzas y las flechas, tras lo cual asesinó cruelmente a los prisioneros, entre ellos unos 25 niños que fueron quemados vivos en una choza.

“De eso hay testimonios, probablemente esta sea la matanza más grande, en un solo día, de la que se tiene conocimiento en toda la época de la violencia” en el Perú, reiteró Tipe.

El periodista comentó que esta fue “la batalla final” de la resistencia indígena, ya que a partir de ese momento los senderistas controlaron la zona y desaparecieron muchas comunidades, aunque años después han vuelto a ser ocupadas por sobrevivientes.

Incluso varios de los jóvenes rescatados, muchos de los cuáles nacieron en los campamentos y son descendientes de colonos de origen andino, integran en la actualidad un grupo conocido como “brahma”, que combate a Sendero junto a militares y policías. “Se han convertido en un grupo de élite ”, destacó Arrieta.

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