Cargando...
El ministro de Defensa de Gran Bretaña, Michael Fallon, declaró que Rusia “estuvo probando a la OTAN durante todo el último año”, según publicó el diario británico Mail.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es la Alianza de Estados Unidos y países europeos, nacida durante la Guerra Fría, para enfrentar al bloque constituido por la extinta Unión Soviética (con Rusia como su principal miembro) junto a países de la Europa central, que estaban bajo su dominio.
Según publica el Mail, el ministro Fallon dijo que estaba preocupado de que Rusia podría usar las mismas técnicas de subversión que utilizó para anexar Crimea (en Ucrania), con los Estados bálticos, Letonia, Lituania y Estonia.
Estos tres pequeños países a orillas del mar Báltico, al igual que Ucrania, formaban parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y fueron de las primeras en declarar su independencia, en momentos en que se desmembraba aquel régimen, que desde Moscú mantenía controlados a varios países.
El actual gobierno de Rusia, dirigido por Vladimir Putin, un exagente secreto de la Unión Soviética, ha mostrado con numerosas declaraciones y actos su determinación de “recuperar” para Rusia el control sobre áreas que dejó de gobernar.
La historia reciente hace que no sea desatinado tomar con seriedad las declaraciones del ministro de Defensa británico, y de fuentes de la OTAN, aunque sin olvidar una situación relevante: las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania son miembros de la OTAN. A diferencia de Ucrania, que, eso sí, está en tratativas de ingresar a esa Alianza.
Aunque hasta ahora el señor Putin no ha rechazado ir a confrontaciones bélicas abiertas para tomar el control de distintos territorios, una cosa distinta es meterse con un miembro directo de la alianza liderada por Estados Unidos.
Y no porque pueda tener “miedo” a hacerlo, sino porque ello implicaría una guerra de proporciones mucho mayores que las acciones bélicas limitadas llevadas a cabo hasta ahora.
Chechenia
El primer caso de una zona que Moscú logró recuperar bajo su control (directo o indirecto) fue Chechenia.
Simplificando la narración de los hechos, tras la disolución de la URSS (año 1991), esta región del Cáucaso declaró su independencia, con la oposición de Moscú.
En diciembre de 1994 comenzó una guerra abierta, donde los rusos impusieron su supremacía militar tomando la capital, Grozni.
Pero se vieron envueltos en una desgastante guerra de guerrillas con los rebeldes.
A mediados de 1995 los rusos declararon un alto el fuego unilateral. Y para 1997 habían firmado un acuerdo con los chechenos.
Pero la nueva república quería más y en 1999 intentó invadir Daguestán, una región vecina, parte de la Federación Rusa.
En ese momento, Putin, recientemente nombrado primer ministro por el presidente ruso Boris Yeltsin, tomó medidas firmes y no solo evitó la invasión a Daguestán, sino que retomó el control de Chechenia. Este hecho le valió al hoy presidente ruso gran parte de su popularidad. Y es esta línea de acción, la del reengrandecimiento de Rusia, la que Putin ha desarrollado durante su liderazgo político.
Abjasia y Osetia del Sur
Georgia (la patria de Stalin), separada también luego de la disolución soviética, vio mermar su extensión territorial con la pérdida de dos regiones, autodeclaradas independientes: Abjasia y Osetia del Sur.
Estas regiones mantuvieron una independencia de facto, sin reconocimiento internacional, durante varios años, hasta que en 2006 Osetia del Sur lanzó un referéndum, no reconocido por Georgia, para unirse con Osetia del Norte (en territorio ruso) y, por ende, con Rusia.
La situación fue tensándose, hasta que en 2008 Georgia decidió reunir por la fuerza a esas regiones. Rusia envió sus tropas en auxilio de ambas regiones, venciendo a los georgianos.
Moscú reconoció inmediatamente la “independencia” de ambos territorios que, de hecho, pasaron a depender aun más de su control.
Crimea
Ucrania ha vivido, y está viviendo, el último capítulo de la “recuperación” de territorios rusos por parte del gobierno de Moscú.
Tras la victoria en Ucrania de un gobierno prorruso que frenó la integración de su país en la Unión Europea, se sucedieron protestas públicas, las más graves en la capital Kiev, que terminaron con la caída del gobierno en febrero de 2014.
En reacción, las comunidades de origen ruso del sur (Crimea) y del sureste (Donetsk y Lugansk) se levantaron contra las nuevas autoridades de Kiev.
Crimea, donde se asienta la base naval rusa del mar Negro, proclamó su independencia para, acto seguido, consumar su adhesión a la Federación Rusa.
Mientras, Donetsk y Lugansk iniciaron, con apoyo ruso, una insurrección armada que dura hasta hoy.
lduarte@abc.com.py