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En diciembre de 1947, fue arrestado por los británicos que dominaban la región. A pedido de los norteamericanos que iban a juzgar a los criminales de Dachau, debió ser evacuado a Alemania. Durante el traslado en tren, antes de llegar a Salzburgo, pidió ir al baño y aprovechó para escaparse por la ventanilla. En su huida se le congelaron los pies, por lo cual debieron amputarsele dos dedos.
En 1949 Roschmann llegó a la Argentina, donde tenía parientes y recibió ayuda monetaria de una fundación nazi. Se dedicó al comercio, pero no le fue bien. Cuando se casó con su secretaria, su primera esposa lo acusó de bigamia ante el juzgado de Graz, pero no tuvo problemas durante el gobierno de Perón y nunca fue deportado.
En 1957 decidió volver a Austria y, al llegar, fue procesado hasta que se anuló su segundo matrimonio. Al año siguiente volvió por varios países de Sudamérica y radicó nuevamente en la Argentina. Cuando ya no se sintió seguro, decidió huir a Paraguay en 1977, donde falleció poco después en el Hospital de Clínicas.