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TORONTO, Canadá, 26 (EFE). La ‘‘Cruz de los jóvenes’’, como se la conoce, fue llevada por 150 muchachos de todo el mundo en representación de los más de 300.000 de 173 países que se han dado cita en esta ciudad canadiense.
El vía crucis discurrió por el Ayuntamiento viejo, uno de los pocos edificios antiguos que quedan en el centro de la ciudad de Toronto, y las comerciales calles adyacentes, todas con grandes edificios sedes de bancos y de entidades financieras internacionales.
En cada estación, grupos de jóvenes representaron la pasión de Cristo. Fueron un total de 250. Un coro de cuarenta personas siguió a los actores a lo largo de las estaciones.
Los textos de las meditaciones fueron los escritos por Juan Pablo II para el vía crucis del Viernes Santo del Año Jubilar de 2000 en el Coliseo de Roma. Durante el rito también se entonaron salmos y plegarias en diferentes idiomas.
Los cardenales James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos; Aloysius Matthew Ambrozic, arzobispo de Toronto, y Jean-Claude Tuurcotte, arzobispo de Montreal, presidieron la ceremonia celebrada el viernes en memoria de que este fue el día en que murió Jesús.
Fue uno de los momentos más sugestivos de esta XVII Jornada Mundial de la Juventud, que llamó aún más la atención al discurrir por calles de inmensos rascacielos de una ciudad de un país donde abundan las sectas religiosas e iglesias de reformas y donde los católicos son el 43 por ciento de la población.
Tras el vía crucis, los jóvenes se preparan para trasladarse el sábado a Downswiew Park, un antiguo aeropuerto de cien hectáreas, reconvertido en parque urbano, a 15 kilómetros de Toronto, con capacidad para 750.000 personas y donde se celebrará la vigilia de la noche del sábado y la misa del domingo 28, con la que se pondrá fin a estas jornadas de reflexión sobre el Evangelio.
JOVENES ALMUERZAN CON EL PAPA
TORONTO, 26 (ANSA). Catorce jóvenes de todas partes del mundo almorzaron hoy con el papa Juan Pablo II para compartir con él sus ansiedades y sueños, y le propusieron que la Jornada Mundial de la Juventud se realice todos los años. Como ya había sucedido en Roma para la Jornada de 2000, también en Toronto tuvo a su alrededor a un grupo de muchachos al día siguiente del primer contacto con la multitud.
En Strawberry Island, la isla pequeña en el lago donde Juan Pablo II descansa y prepara la reunión del domingo, desembarcó un variado contingente de representantes de la ‘‘ONU del Papa’’ reunida en estos días en Canadá: tres canadienses y luego jóvenes de Estados Unidos, Alemania, India, Sudán, China, Kenia, Australia, Perú, Jordania, Bosnia-Herzegovina y Tahití.
LOS ‘‘OTROS’’ CATOLICOS
TORONTO, Canadá, 25 (AFP). Regalan condones en cajitas que piden ‘‘Papa, no des sermones’’, evocando una canción de Madonna. Colgaron del altar un póster que pide ‘‘Desafía a la Iglesia’’ y una multicolor bandera gay. Están a favor de la ordenación de mujeres sacerdotes, del aborto y del uso del preservativo. Son los ‘‘otros’’ católicos.
La coalición de 12 grupos que organiza esta semana una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) alternativa en la iglesia de la Santa Trinidad, en el centro de Toronto, se refiere a Dios como ‘‘Ella’’ y exige al Vaticano una serie de reformas liberales.
Los 40 católicos reunidos allí el jueves al mediodía han colocado en círculo los bancos de la Iglesia para discutir el acceso de las mujeres a los servicios reproductivos.
‘‘Para las mujeres, las enseñanzas católicas romanas engendran muerte, discapacidad y enfermedad’’, afirmó la doctora canadiense Rosana Pellizzari, quien afirmó que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 80.000 mujeres mueren cada año a raíz de complicaciones por unos 20 millones de abortos mal hechos.
‘‘Cada minuto que hablo, unas 60 mujeres se realizan un aborto no seguro’’, insistió.
La OMC estima que unos 75 millones de los 175 millones de embarazos anuales no son deseados. La mayoría ocurre porque no se han utilizado métodos anticonceptivos, indicó Pellizzari.
‘‘Muchas mujeres no saben que tienen derecho a elegir, a expresar su sexualidad tal como es, lesbiana o heterosexual, a ser madre o no’’, lamentó la argentina Marta Gollino, que trabaja en el Centro de Salud para la Mujer Inmigrante de Toronto.
‘‘El Papa necesita comenzar a escuchar a las mujeres. Necesita comenzar a ordenar a mujeres sacerdotes, y debe aceptar el celibato opcional’’, afirmó Janice Sevre-Duszynska, una católica estadounidense de unos 40 años con una bufanda violeta al cuello en símbolo de su vocación sacerdotal.
El público de los talleres alternativos es internacional y de ambos sexos. Estudiantes de filosofía y teología, feministas, activistas sociales... E incluye a cuatro jóvenes peregrinos, fácilmente identificables por sus mochilas rojas de la JMJ oficial.
Un neoyorquino de 23 años que no quiso dar su nombre, dijo que ‘‘el Papa no está muy abierto a nuevas ideas. Es una gran persona. Ha hecho mucho, pero la verdad es que podría hacer más. Es un rostro que nos une, pero no es un líder infalible’’, estimó.
El vía crucis discurrió por el Ayuntamiento viejo, uno de los pocos edificios antiguos que quedan en el centro de la ciudad de Toronto, y las comerciales calles adyacentes, todas con grandes edificios sedes de bancos y de entidades financieras internacionales.
En cada estación, grupos de jóvenes representaron la pasión de Cristo. Fueron un total de 250. Un coro de cuarenta personas siguió a los actores a lo largo de las estaciones.
Los textos de las meditaciones fueron los escritos por Juan Pablo II para el vía crucis del Viernes Santo del Año Jubilar de 2000 en el Coliseo de Roma. Durante el rito también se entonaron salmos y plegarias en diferentes idiomas.
Los cardenales James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos; Aloysius Matthew Ambrozic, arzobispo de Toronto, y Jean-Claude Tuurcotte, arzobispo de Montreal, presidieron la ceremonia celebrada el viernes en memoria de que este fue el día en que murió Jesús.
Fue uno de los momentos más sugestivos de esta XVII Jornada Mundial de la Juventud, que llamó aún más la atención al discurrir por calles de inmensos rascacielos de una ciudad de un país donde abundan las sectas religiosas e iglesias de reformas y donde los católicos son el 43 por ciento de la población.
Tras el vía crucis, los jóvenes se preparan para trasladarse el sábado a Downswiew Park, un antiguo aeropuerto de cien hectáreas, reconvertido en parque urbano, a 15 kilómetros de Toronto, con capacidad para 750.000 personas y donde se celebrará la vigilia de la noche del sábado y la misa del domingo 28, con la que se pondrá fin a estas jornadas de reflexión sobre el Evangelio.
JOVENES ALMUERZAN CON EL PAPA
TORONTO, 26 (ANSA). Catorce jóvenes de todas partes del mundo almorzaron hoy con el papa Juan Pablo II para compartir con él sus ansiedades y sueños, y le propusieron que la Jornada Mundial de la Juventud se realice todos los años. Como ya había sucedido en Roma para la Jornada de 2000, también en Toronto tuvo a su alrededor a un grupo de muchachos al día siguiente del primer contacto con la multitud.
En Strawberry Island, la isla pequeña en el lago donde Juan Pablo II descansa y prepara la reunión del domingo, desembarcó un variado contingente de representantes de la ‘‘ONU del Papa’’ reunida en estos días en Canadá: tres canadienses y luego jóvenes de Estados Unidos, Alemania, India, Sudán, China, Kenia, Australia, Perú, Jordania, Bosnia-Herzegovina y Tahití.
LOS ‘‘OTROS’’ CATOLICOS
TORONTO, Canadá, 25 (AFP). Regalan condones en cajitas que piden ‘‘Papa, no des sermones’’, evocando una canción de Madonna. Colgaron del altar un póster que pide ‘‘Desafía a la Iglesia’’ y una multicolor bandera gay. Están a favor de la ordenación de mujeres sacerdotes, del aborto y del uso del preservativo. Son los ‘‘otros’’ católicos.
La coalición de 12 grupos que organiza esta semana una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) alternativa en la iglesia de la Santa Trinidad, en el centro de Toronto, se refiere a Dios como ‘‘Ella’’ y exige al Vaticano una serie de reformas liberales.
Los 40 católicos reunidos allí el jueves al mediodía han colocado en círculo los bancos de la Iglesia para discutir el acceso de las mujeres a los servicios reproductivos.
‘‘Para las mujeres, las enseñanzas católicas romanas engendran muerte, discapacidad y enfermedad’’, afirmó la doctora canadiense Rosana Pellizzari, quien afirmó que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 80.000 mujeres mueren cada año a raíz de complicaciones por unos 20 millones de abortos mal hechos.
‘‘Cada minuto que hablo, unas 60 mujeres se realizan un aborto no seguro’’, insistió.
La OMC estima que unos 75 millones de los 175 millones de embarazos anuales no son deseados. La mayoría ocurre porque no se han utilizado métodos anticonceptivos, indicó Pellizzari.
‘‘Muchas mujeres no saben que tienen derecho a elegir, a expresar su sexualidad tal como es, lesbiana o heterosexual, a ser madre o no’’, lamentó la argentina Marta Gollino, que trabaja en el Centro de Salud para la Mujer Inmigrante de Toronto.
‘‘El Papa necesita comenzar a escuchar a las mujeres. Necesita comenzar a ordenar a mujeres sacerdotes, y debe aceptar el celibato opcional’’, afirmó Janice Sevre-Duszynska, una católica estadounidense de unos 40 años con una bufanda violeta al cuello en símbolo de su vocación sacerdotal.
El público de los talleres alternativos es internacional y de ambos sexos. Estudiantes de filosofía y teología, feministas, activistas sociales... E incluye a cuatro jóvenes peregrinos, fácilmente identificables por sus mochilas rojas de la JMJ oficial.
Un neoyorquino de 23 años que no quiso dar su nombre, dijo que ‘‘el Papa no está muy abierto a nuevas ideas. Es una gran persona. Ha hecho mucho, pero la verdad es que podría hacer más. Es un rostro que nos une, pero no es un líder infalible’’, estimó.