Israel y palestinos enfrentan largos años de infructuosas negociaciones

El estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina han iniciado otra ronda de negociaciones, luego de dos décadas de la histórica cita de la Conferencia de Madrid (1991), donde por primera vez se aceptó la fórmula de “paz por territorios” como base para las conversaciones.

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REDACCIÓN INTERNACIONAL (EFE).En las cumbres posteriores se trataron de forma somera o simplemente se obviaron los temas espinosos: la capitalidad de Jerusalén que reivindican ambos pueblos o la vuelta a las fronteras antes de la Guerra de los Seis Días (1967) y que la parte palestina plantea como un requisito inexcusable.

En este conflicto, Israel conquistó, entre otros territorios, Gaza y Cisjordania, además de la parte este de Jerusalén, zonas sobre las que se preveía el futuro estado palestino.

Por otra parte, diversos hechos (dos Intifadas, los atentados palestinos suicidas, las operaciones militares israelíes en respuesta, el muro de separación construido por Israel en Cisjordania para evitar atentados y la imparable ampliación de los asentamientos judíos en territorio palestino) ha debilitado el proceso de paz que ahora trata de reavivar el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.

Después de la Conferencia de Madrid (30 octubre-3 noviembre de 1991), se empezó secretamente en Oslo, en 1992, el diálogo directo entre las dos partes y el 13 de setiembre de 1993, el entonces primer ministro laborista de Israel, Isaac Rabin, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, pusieron los primeros cimientos de la paz con la firma en Washington de la llamada Declaración de Principios que otorgaría la autonomía para Gaza y Jericó.

La primera patria palestina, en la forma de una autonomía, debería haberse puesto en marcha dos meses más tarde, lo que no fue así.

No obstante, con retraso sobre el calendario previsto, fueron cumpliéndose las condiciones del pacto, pero el objetivo final de un estado palestino al lado de Israel en cinco años nunca se cumplió.

El descarrilamiento del proceso de Oslo lo provocaron desde su mismo comienzo los extremistas de ambos pueblos: el nacionalismo judío colonizador de un lado y los movimientos islamistas palestinos del otro.

El último acuerdo representativo (octubre de 1998) se firmó bajo fuertes presiones, bajo mediación de Bill Clinton, entre Netanyahu y Yaser Arafat, e incluía una nueva retirada israelí del 13,1 por ciento de Cisjordania, a cambio de mayores garantías de seguridad para Israel.

Las demás cumbres abandonaron la fórmula de acuerdos parciales e intentaron recuperar la paz mediante una solución global a todas las reclamaciones mutuas.

Camp David II, en 2000, que también patrocinó Clinton, aunque esta vez el interlocutor israelí fue el laborista Ehud Barak, terminó en fracaso al estallar la segunda Intifada, en setiembre de ese año.

Sin embargo, nunca antes se había estado más cerca que en esta ocasión de la paz, cuando –según algunos medios de prensa– Barak ofreció a Arafat un 90% de Cisjordania para un Estado independiente, recibiendo compensaciones con tierras dentro del Estado judío por el 10% restante.

A cambio, Barak exigió mantener la soberanía plena sobre Jerusalén si bien le cedía un control de los lugares santos islámicos de la ciudad.

Tras años de encuentros parciales y grandes desencuentros, en setiembre de 2010, bajo la mediación del actual presidente estadounidense, Barack Obama, comenzaron de nuevo negociaciones directas.

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