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Mugabe está tratando, o de resistirse o de entablar tratativas, para lograr una “salida honorable”.
Mientras, sigue siendo un misterio el lugar en el que se encuentra su mujer y exsecretaria, Grace.
Mugabe, de 93 años, estaría maniobrando para impulsar una suerte de sucesión dinástica, dejando las riendas del poder en las manos de la primera dama, Grace, que tiene 41 años menos que él.
Fuentes de la oposición dicen que la mujer ha huido del país.
Por otra parte, ayer tuvo lugar una reunión surreal entre el mismo Mugabe y el general que está intentando desplazarlo, el jefe de las fuerzas armadas Constantino Chiwenga.
Este último permitió dejarse sacar fotografías junto a Mugabe: según los analistas, ésto indica que los militares no quieren perpetrar un golpe cruento, hecho que abriría a su vez las puertas a una intervención de los países vecinos.
En la reunión en la que ambos fueron fotografiados participó también una delegación de Sudáfrica, el país más poderoso de la región, que está al frente de un bloque de 15 naciones (“Sadc”, Comunidad para el desarrollo de África austral) cuya misión es en estas horas la de intentar resolver la crisis del país.
En la reunión entre Mugabe y el general participó también otro mediador, el padre Fidelis Mukonori, quien trata de forjar un acuerdo con los militares sobre el futuro del presidente depuesto.
Anteayer, el Ejército tomó el control de la capital Harare, en un golpe de Estado definido como un proceso de “transición incruenta”.
El presidente sudafricano Jacob Zuma afirmó que “muy pronto” la situación política en el país será “más clara”, mientras fuentes citadas por la BBC indican que Mugabe rechaza renunciar antes de las elecciones del año próximo.