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En Chile, el país más hostil a la Iglesia católica de América Latina que pierde adeptos a borbotones –60% de católicos confesos–, en buena parte motivado por los abusos sexuales a menores por miembros del clero, el papa argentino recordó a los religiosos que el pueblo prefiere “pastores”, que sepan de “compasión”, “tender una mano” y “detenerse ante el caído”.
“No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los ‘mortales’”, dijo criticando una actitud “elitista” de cierto clero.
El papa –durante mucho tiempo un pastor que recorría los barrios de su natal Buenos Aires– dijo que “no existe la selfie vocacional. La vocación exige que la foto te la saque otro”, recordó ante el clero chileno.
En Perú, donde la línea que separa al Estado de la Iglesia es a veces demasiado fina, los problemas son sobre todo las divisiones y las luchas de poder. “¡Cuánto necesitamos de la unidad de la iglesia, hoy y siempre!”, dijo en referencia a las luchas de poder que libra por un lado el cardenal Juan Luis Cipriani, un ultraconservador figura visible del Opus Dei, y en la otra a los moderados en la Conferencia Episcopal Peruana.
El papa pidió a sus representantes que piensen más en los fieles y dejen de ponerse “zancadillas” y combatan la arrogancia y la vanidad con la “risa”, que “nos salva del neopelagianismo autoreferencial y prometeico de quienes en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros”.