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Pasaron más de tres años desde que los opositores Payá y Harold Cepero hayan muerto en circunstancias no aclaradas totalmente, en un supuesto accidente de tránsito en el este cubano. Hasta el día de hoy, la familia de Payá exige una copia firmada de la autopsia realizada al disidente. Pero el régimen no responde.
Rosa María visitó Paraguay para denunciar lo que considera el asesinato de su padre, el reconocido líder de la oposición cubana Oswaldo Payá, ocurrido en julio de 2012, cuando se encontraba en el oriente cubano, en compañía de Cepero y dos jóvenes políticos europeos.
La activista, que se reunió con políticos, estudiantes y periodistas, señaló que nada cambió desde que se implementaron reformas bajo la presidencia de Raúl Castro.
Resaltó que la gente sigue con muchas necesidades básicas y que la dictadura comunista no da el brazo a torcer para realizar un verdadero proceso de transición política.
“Hay un valor simbólico y uno efectivo. Mucha gente se solidariza con Cuba, pero son pocos los que apoyan realmente, presionando para que el Gobierno pueda democratizar la isla, que vive bajo una dictadura desde hace 56 años”, sostuvo Payá durante una visita a ABC Color.
La militante, que hoy se encuentra viviendo en Miami, pero que piensa volver a la isla, señaló que su organización CubaDecide, instan a seguir con el legado de su padre, especialmente en el denominado “Proyecto Varela”, iniciado en 1998, que intentó, utilizando la propia constitución de Cuba, democratizar la isla a través de la recolección de firmas para lograr cambios políticos.
Ese proyecto proponía llamada a elecciones libres y plurales, libertad de asociación, libertad de prensa y libertad económica, principalmente, algo que hasta ahora no existe en Cuba, por el régimen comunista que gobierna el país.
Sin grandes cambios
Payá resaltó que las reformas implementadas por los Castro no se traducen en cambios democráticos para los habitantes, sino que, por el contrario, las restricciones, censura y vigilancia continúan todavía.
Comentó que la empresa tecnológica Google quería instalarse en la isla, brindando conexión a internet, de manera gratuita a los pobladores, pero que el gobierno comunista rechazó, debido a que quiere seguir controlando y monitoreando las actividades de intelectuales y políticos opositores.
“En Cuba, el internet puede costar hasta 3 dólares la hora, en un país donde el salario básico mensual es de 20 dólares. Además, el servicio es de mala calidad. Por eso, para hacer activismo recurrimos a cedés y otras formas de difundir nuestras ideas”, indicó.
Payá indicó que recién ahora hay grupos disidentes más fortalecidos y que el régimen trata de mostrarse como demócrata, a pesar de continuar con detenciones arbitrarias y persecuciones a las voces críticas del comunismo local.
“Todo el mundo se debe enterar de lo que pasa en Cuba. Allí, con los supuestos cambios, hay una apertura, pero no es así. El castrismo no defiende los derechos humanos de la gente, trata de conceder, como si fuera que la sociedad no lo merece”, expresó, a la vez de apuntar que la comunidad internacional frene los abusos que sigue cometiendo al país, bajo una revolución hoy ya obsoleta.