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En el año del Gran Jubileo 2000, Juan Pablo II dispuso el traslado del beatificado Juan XXIII, cuyo nombre era Angelo Roncalli, desde "las grutas" al interior de la basílica de San Pedro, bajo la capilla de San Girolamo.
Si Juan Pablo II ocupa finalmente el mismo lugar de Juan XXIII, debería ser enterrado junto a Benedicto XV, cuya tumba está junto a la de Juan Pablo I. También se encuentran allí las tumbas de Inocencio IX, Julio III y Paulo VI. Junto a la tumba de Paulo VI está el lugar que los arqueólogos establecieron como sitio de la tumba de San Pedro, justamente bajo el altar mayor.
Algunos papas pidieron disposiciones especiales para su entierro, como Paulo VI, que quiso ser sepultado en la tierra desnuda, y León XIII, fallecido el 20 de julio de 1903, que no eligió las grutas vaticanas sino que está sepultado en la basílica de San Juan de Letrán.
En el caso de Juan Pablo II, una delegación polaca de Wadowice, donde nació Karol Wojtyla, llevará al Vaticano una bolsa de tierra de ese pueblo al funeral papal, el próximo viernes.
Ese gesto sigue la costumbre polaca de llevar un poco de tierra del lugar natal al funeral de las personas sepultadas en el extranjero, para arrojarla sobre el féretro en el momento del entierro.
Antes de conocerse las disposiciones relativas al entierro en el Vaticano, se había especulado con una posible sepultura del papa en Cracovia, la ciudad de la que fue arzobispo y donde vivió alrededor de cincuenta años.
Las grutas vaticanas, bajo la basílica, son un sugestivo complejo monumental que reúne 2.000 años de historia, civil y cristiana. Fueron excavadas por los arquitectos del Renacimiento entre el pavimento de la actual basílica y el de la antigua construcción constantina, casi completamente destruida.
Allí se custodian sarcófagos paleocristianos, restos de la antigua iglesia del siglo IX, obras de Melozzo da Forlí, de la escuela de Cavallini, Pollaiolo y Arnolfo; restos de mosaicos -entre ellos uno atribuido a Giotto-, las tumbas de diversos papas y la de Cristina de Suecia, del siglo XVII.
Restauraciones efectuadas en los últimos años del siglo XX sacaron a la luz parte de la antigua estructura de la basílica constantina, en particular pilares de apoyo, columnas y trozos de pared que fueron englobados en el Renacimiento en los cimientos de la gran basílica. De ese modo, es posible comparar las distintas dimensiones de ambas basílicas de San Pedro.
Bajo las grutas vaticanas existe además otro estrato, una verdadera "ciudad de los muertos" de época romana, con calles, capillas votivas, algunas de ellas con espléndidos frescos o decoradas con mosaicos y altares.
Esas catacumbas fueron descubiertas por los arqueólogos que también sacaron a la luz la tumba de San Pedro. La necrópolis de las grutas vaticanas ofrece así el testimonio de la fe de los primeros cristianos, que quisieron hacerse sepultar junto al primer Papa de la Iglesia.
Si Juan Pablo II ocupa finalmente el mismo lugar de Juan XXIII, debería ser enterrado junto a Benedicto XV, cuya tumba está junto a la de Juan Pablo I. También se encuentran allí las tumbas de Inocencio IX, Julio III y Paulo VI. Junto a la tumba de Paulo VI está el lugar que los arqueólogos establecieron como sitio de la tumba de San Pedro, justamente bajo el altar mayor.
Algunos papas pidieron disposiciones especiales para su entierro, como Paulo VI, que quiso ser sepultado en la tierra desnuda, y León XIII, fallecido el 20 de julio de 1903, que no eligió las grutas vaticanas sino que está sepultado en la basílica de San Juan de Letrán.
En el caso de Juan Pablo II, una delegación polaca de Wadowice, donde nació Karol Wojtyla, llevará al Vaticano una bolsa de tierra de ese pueblo al funeral papal, el próximo viernes.
Ese gesto sigue la costumbre polaca de llevar un poco de tierra del lugar natal al funeral de las personas sepultadas en el extranjero, para arrojarla sobre el féretro en el momento del entierro.
Antes de conocerse las disposiciones relativas al entierro en el Vaticano, se había especulado con una posible sepultura del papa en Cracovia, la ciudad de la que fue arzobispo y donde vivió alrededor de cincuenta años.
Las grutas vaticanas, bajo la basílica, son un sugestivo complejo monumental que reúne 2.000 años de historia, civil y cristiana. Fueron excavadas por los arquitectos del Renacimiento entre el pavimento de la actual basílica y el de la antigua construcción constantina, casi completamente destruida.
Allí se custodian sarcófagos paleocristianos, restos de la antigua iglesia del siglo IX, obras de Melozzo da Forlí, de la escuela de Cavallini, Pollaiolo y Arnolfo; restos de mosaicos -entre ellos uno atribuido a Giotto-, las tumbas de diversos papas y la de Cristina de Suecia, del siglo XVII.
Restauraciones efectuadas en los últimos años del siglo XX sacaron a la luz parte de la antigua estructura de la basílica constantina, en particular pilares de apoyo, columnas y trozos de pared que fueron englobados en el Renacimiento en los cimientos de la gran basílica. De ese modo, es posible comparar las distintas dimensiones de ambas basílicas de San Pedro.
Bajo las grutas vaticanas existe además otro estrato, una verdadera "ciudad de los muertos" de época romana, con calles, capillas votivas, algunas de ellas con espléndidos frescos o decoradas con mosaicos y altares.
Esas catacumbas fueron descubiertas por los arqueólogos que también sacaron a la luz la tumba de San Pedro. La necrópolis de las grutas vaticanas ofrece así el testimonio de la fe de los primeros cristianos, que quisieron hacerse sepultar junto al primer Papa de la Iglesia.