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ATENAS (AFP). Esta propuesta será analizada hoy por los ministros de Finanzas de la zona euro. Es muy posiblemente la última carta que tiene el gobierno del primer ministro griego Alexis Tsipras.
La cita del Eurogrupo se celebrará antes de una cumbre extraordinaria sobre Grecia en Bruselas, mañana, a la que asistirán no solamente los 19 países de la zona euro sino también de 28 que componen la Unión Europea.
Las propuestas de Atenas fueron recibidas con prudencia, pero con cierto optimismo, en varias capitales europeas, entre ellas París, Roma o Viena.
Entre estos, en el campo de los conciliadores, el presidente francés François Hollande consideró las últimas propuestas de Atenas “serias” y “creíbles”, aunque admitió que nada está aún resuelto.
Numerosos rumores apoyan la tesis de un apoyo activo de Francia, muy comprometida a favor de un acuerdo.
El primer ministro Manuel Valls calificó la posición griega de “equilibrada y positiva”.
Por su parte, Alemania no ha hecho comentarios, limitándose a decir que espera el veredicto de los acreedores (FMI, BCE, UE) para pronunciarse sobre el planteamiento griego.
Un “sí, humillante”
La propuesta de Atenas contiene todos los elementos que sus acreedores vienen exigiendo, y que fueron rechazados por los griegos en un referéndum, el domingo pasado, convocado por el mismo gobierno griego, pidiendo que se vote “no” a esas exigencias.
Ahora, Tsipras tiene la dura tarea de convencer, a la vez, a su partido “Syriza”, a los griegos que rechazaron en referéndum las medidas que ahora propone, y a los propios acreedores del país.
Ya se escucharon reacciones en el ala más radical de “Syriza”, la agrupación neocomunista que gobierna en Grecia, en alianza con los nacionalistas conservadores “Griegos Independientes”.
El ministro de Energía, Panayotis Lafazanis, rechazó firmar la propuesta y aseguró que “no es compatible con nuestro programa”.
“El ‘no’ del pueblo en el referéndum no puede traducirse en un ‘sí’, humillante”, dijo Lafazanis.
Cinco diputados de Syriza dijeron ayer que el gobierno no debía ceder al “chantaje” de los acreedores, y lo exhortó a renunciar simplemente a devolver la deuda.