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Los agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) entraron en la noche del martes a varios edificios de Wall Street provistos de pistolas y salieron con algunos ejecutivos esposados, tal como sería el sueño de quienes abogan por medidas más duras contra los culpables de fraudes o escándalos financieros.
Pese a ello, la escena tenía poco que ver con las grandes reformas que se proponen para el mercado de valores tras el derrumbe de las acciones que comenzó en el año 2000 y que barrió los ahorros de millones de estadounidenses, y se refería únicamente a un caso de estafa criminal, algo más o menos común en Wall Street.
Las detenciones de 47 personas y las acusaciones contra una docena de firmas están relacionados con dos tipos de operaciones: una para defraudar a pequeños inversores y otra a los grandes bancos.
En el primer grupo, más de mil pequeños inversores habrían perdido millones de dólares en operaciones clásicas de "calderas", que consisten en entusiasmar a los inversores mediante información falsa respecto a títulos de escaso valor en poder de los estafadores.
Cuando los inversores "muerden el anzuelo" y compran dichos títulos y su valor sube con fuerza, los estafadores venden sus posiciones y obtienen enormes ganancias, mientras el precio de los activos se derrumba, con las consiguientes pérdidas para los pequeños inversores.
El segundo tipo de fraude corresponde a otro tipo de estafa "clásica" en Wall Street, conocida como "desnatar", y que tuvo como víctimas a algunos de los mayores bancos del mundo, que fueron defraudados por empleados corruptos.
Estos agentes de grandes bancos, como JP Morgan Chase o UBS, aceptaban sobornos para inducir a estas compañías a entrar en negocios de divisas que se sabía tendrían pérdidas para los bancos, recibiendo a cambio pagos de las firmas que salían ganando con las operaciones.
Junto con JP Morgan y USB, los otros grandes bancos afectados por la red de fraude fueron el Societé Générale, Dresdner Kleinwort Benson y el Israel Discount Bank.
El fiscal dijo no poder dar el valor total de las pérdidas de los bancos, pero señaló que en un período de seis meses la operación del FBI detectó 123 operaciones que proporcionaron a los acusados más de 650.000 dólares y que en algunos casos se trataba de fraudes que se venían desarrollando desde hacía 20 años.
Pese a ello, la escena tenía poco que ver con las grandes reformas que se proponen para el mercado de valores tras el derrumbe de las acciones que comenzó en el año 2000 y que barrió los ahorros de millones de estadounidenses, y se refería únicamente a un caso de estafa criminal, algo más o menos común en Wall Street.
Las detenciones de 47 personas y las acusaciones contra una docena de firmas están relacionados con dos tipos de operaciones: una para defraudar a pequeños inversores y otra a los grandes bancos.
En el primer grupo, más de mil pequeños inversores habrían perdido millones de dólares en operaciones clásicas de "calderas", que consisten en entusiasmar a los inversores mediante información falsa respecto a títulos de escaso valor en poder de los estafadores.
Cuando los inversores "muerden el anzuelo" y compran dichos títulos y su valor sube con fuerza, los estafadores venden sus posiciones y obtienen enormes ganancias, mientras el precio de los activos se derrumba, con las consiguientes pérdidas para los pequeños inversores.
El segundo tipo de fraude corresponde a otro tipo de estafa "clásica" en Wall Street, conocida como "desnatar", y que tuvo como víctimas a algunos de los mayores bancos del mundo, que fueron defraudados por empleados corruptos.
Estos agentes de grandes bancos, como JP Morgan Chase o UBS, aceptaban sobornos para inducir a estas compañías a entrar en negocios de divisas que se sabía tendrían pérdidas para los bancos, recibiendo a cambio pagos de las firmas que salían ganando con las operaciones.
Junto con JP Morgan y USB, los otros grandes bancos afectados por la red de fraude fueron el Societé Générale, Dresdner Kleinwort Benson y el Israel Discount Bank.
El fiscal dijo no poder dar el valor total de las pérdidas de los bancos, pero señaló que en un período de seis meses la operación del FBI detectó 123 operaciones que proporcionaron a los acusados más de 650.000 dólares y que en algunos casos se trataba de fraudes que se venían desarrollando desde hacía 20 años.