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La oposición exige la salida del dictador, pero el régimen rechaza esa opción.
La octava ronda de negociaciones de paz auspiciadas por Naciones Unidas comenzó ayer en Ginebra, pero con la ausencia de una de las dos partes: la delegación gubernamental.
Los emisarios del Al Asad no llegaron a Suiza alegando que no podían aceptar las exigencias de la oposición, que, tras lograr el hito de unirse en una sola plataforma, volvió a exigir la salida del poder de Al Asad, que gobierna Siria desde el año 2000, tras suceder en el cargo a su padre Hafez.
El jefe negociador de la Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN9, Naser Hariri, reiteró que la exigencia de que el Mandatario sirio no podía estar en el poder en una futura transición política en el país árabe no era una “precondición” para el diálogo, pero sí el objetivo último de la oposición.
Damasco, por su parte, sí que lo tachó de precondición y exigió al enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, que rechazara cualquier requisito previo para negociar.
El objetivo de De Mistura en esta ronda era intentar concretar alguna decisión sobre el proceso de transición en Siria, con la redacción de una nueva Constitución y con la organización de elecciones legislativas bajo la égida de la ONU como elementos esenciales del proceso.
Ambos puntos son aceptados en principio por las dos partes y podrían ser la base para construir un acuerdo que ponga fin a un conflicto que ha causado más de 400.000 muertos y millones de desplazados.