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Aunque el presidente socialista, Nicolás Maduro, aseguró que su país “nunca” se declarará en default, al convocar a sus acreedores para la renegociación de sus deudas admite que su gobierno llevó la capacidad de pago al límite.
El encuentro, convocado por el gobierno chavista, duró unos 25 minutos y fue comandado por el vicepresidente Tarek El Aissami quien leyó un comunicado en el que responsabilizó a las sanciones que impuso la administración del estadounidense Donald Trump por los retrasos que ha tenido Venezuela en los pagos, dijo AFP.
El viernes vencieron US$ 81 millones de intereses del bono de la petrolera estatal PDVSA; y ayer debía pagar otros US$ 200 millones en rendimientos. En lo que resta del año debe cancelar unos US$ 1.470 millones y en 2018 tiene obligaciones por más de US$ 8.000 millones.
El gobierno no dio detalles sobre cómo pretende llevar adelante la refinanciación de la deuda soberana y de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), estimada en unos US$ 150.000 millones.
Pero el periódico español ABC reseñó que “Maduro espera salvar la quiebra gracias a los bonos de las fortunas chavistas”.
Añade que el “plan es renegociar únicamente la deuda correspondiente a los bonos públicos cuyos tenedores son los propios dirigentes chavistas (desde hace años estos invierten en deuda pública venezolana enormes fortunas ganadas de manera ilícita, como medio de lavado de dinero) o están en otras manos amigas”; para así hacerse de fondos suficientes para sostener el “clientelismo” y asegurar la victoria del chavismo en las presidenciales de 2018, concluye el diario español.
Analistas coinciden en que Venezuela caerá en cesación de pagos, aunque divergen sobre cuándo lo hará.