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Los rumanos prefirieron no acudir a las urnas, denunciando un “despilfarro de dinero” y una campaña indignante contra los homosexuales.
Solo un 20,41% de electores votaron durante la consulta que comenzó el sábado, según la oficina electoral central. El voto atrajo a 3,7 millones de electores de 19 millones de inscritos.
Para que el referéndum fuera válido era necesario alcanzar un 30% de participación.
Los resultados, que se anunciarán hoy, deberán confirmar el adelanto del sí a un cambio en la Constitución, pero los partidarios de este controversial plebiscito ya reconocieron su derrota.
“Es un fracaso para los rumanos y para Rumania”, declaró el secretario general de los socialdemócratas (PSD) Codrin Stefanescu, que denunció el “boicot de un proceso cívico”.
El referéndum fue iniciativa de oenegés cercanas a la Iglesia ortodoxa y reunidas en una “Coalición para la familia”, que afirmaron que recopilaron tres millones de firmas contra el matrimonio gay.
Más allá de la comunidad LGTB, numerosas organizaciones de la sociedad civil fueron llamadas a boicotear este referéndum.
La asociación Accept, que defiende los derechos de las minorías sexuales, celebró un resultado que “demuestra el compromiso del electorado con el rumbo europeo de Rumania y con los valores democráticos”.
Los rumanos estaban llamados a inscribir en la ley fundamental que solo “un hombre y una mujer” pueden unirse y no los “esposos”, como viene estipulando actualmente la Carta Magna.