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BARCELONA (AFP, EFE). Unas decenas de miles de personas pudieron verse reunidas en la capital catalana convocados por una idea que nació más como una broma sarcástica y terminó cuajando como reacción social contra el sectarismo.
El nombre viene de la unión de los nombres de Tarragona y Barcelona, donde el separatismo es absoluta minoría.
“Estamos hartos, hartos del proceso independentista, de que una minoría nos lleve por el despeñadero”, afirmó Mari Carmen Guerrero, una administrativa de 33 años.
“Tabarnia ha sido un despertar para mucha gente que durante años estuvo callada por miedo de ser tildada de traidor o de mal catalán por no querer la independencia”, aseguraba unos días antes el portavoz de Plataforma por Tabarnia, Jaume Vives.
La iniciativa se popularizó después de las elecciones regionales del 21 de diciembre, donde los separatistas perdieron el voto popular, pero por el sistema electoral ganaron más bancas en el parlamento regional, y cuajó con su mensaje satírico.
Los “tabarneses” reclaman quedarse en España, y si Cataluña se escinde, ellos se escindirán, a su vez, para reunificarse con el resto de los españoles.
“Por desgracia, hay dos Cataluñas, estamos rotos y queremos que el mundo se dé cuenta de que muchos catalanes no queremos la secesión”, dijo José Luis Cortés, un comercial jubilado de 72 años.
Sarcasmo del independentismo
La protesta culminó en la céntrica plaza Sant Jaume, enfrente de la sede del gobierno regional.
De una furgoneta de un llamativo color naranja, decorada con el lema “Se ha acabado la broma”, salió Jaume Vives y desde el techo gritó: “Pueblo de Tabarnia, hemos recuperado las calles de Barcelona”.
Este joven periodista, de espesa barba castaña, se dio a conocer en octubre con unos videos en internet donde hacía sátira de los separatistas desde el balcón de su casa, al que declaró “independiente” del resto de la comunidad de vecinos, burlándose el amañado referendo que llevaron a cabo los separatistas, implementando el suyo propio, dando como resultado, “millones de votos” en su balcón, donde estaba él con un grupo de amigos.
Este espíritu satírico lo comparte Tabarnia, que toma los argumentos del separatismo y los utiliza para sus propios propósitos, poniendo en evidencia la serie de engaños esgrimidos por los ultranacionalistas como “razones” para separarse.