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Era un veterano de la política internacional, un ferviente partidario de la paz que defendió hasta el último minuto el diálogo con los palestinos.
Dotado de un aura que Israel va a echar de menos, Peres había dejado la presidencia en 2014 y desde entonces ejercía como sabio.
Presente en la escena política desde la creación del Estado de Israel en 1948, Shimon Peres mostró una resiliencia a toda prueba. Forjado por las derrotas, se imponía una dura disciplina y aseguraba que el secreto de su longevidad era el ejercicio diario, una dieta muy frugal y un vaso o dos de vino.
“Todo el mundo come tres veces por día. Si comes tres veces te llenas de grasa. Pero si uno lee tres veces por día, uno se convierte en un sabio, es mejor ser sabio que graso”, decía en una entrevista concedida a la AFP en 2012, precisando que dormía solo 4 o 5 horas.
Peres era el único sobreviviente de los tres hombres que compartieron el premio Nobel de la Paz en 1994 “por sus esfuerzos a favor de la paz en Cercano Oriente”, tras la desaparición del israelí Yitzhak Rabin y el palestino Yasser Arafat.