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Estas son las opiniones predominantes en las calles de una capital surcoreana en la que la vida discurría ayer con normalidad a solo unos 45 kilómetros de la frontera con el Norte, donde se ultiman los preparativos para la primera reunión en once años entre mandatarios de estos países separados por la guerra.
Muchos surcoreanos se muestran escépticos sobre las posibilidad de que la cumbre depare compromisos o acciones concretas hacia la desnuclearización del Norte.
Mientras que un 70 por ciento apoya la celebración de la cumbre, el 46 por ciento manifiesta desconfiar de las verdaderas intenciones del Norte, según una encuesta realizada a mediados de marzo por la empresa local de sondeos RealMeter.