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“Ah, hermano Papa, qué alegría verlo. Estoy muy contento”, dijo Morales al llegar a la audiencia.
Una vez que ingresaron a la biblioteca y se sentaron ante el escritorio del Papa, el presidente boliviano repitió: ¡“Qué alegría verlo!”, sin que Francisco respondiera, porque esperaba la salida de fotógrafos y periodistas.
En el tradicional intercambio de presentes, el presidente boliviano entregó al Pontífice un busto en madera de Tupac Katari (1750-1781), un jefe aymará que lideró una revuelta indígena contra las autoridades coloniales en el Alto Perú (la actual Bolivia).
Luego Morales dio al Papa un sobre con documentos, sacando uno en particular: “Aquí hay una cartita que le mandan los movimientos populares”.
“Ahora, el tema de la coca”, agregó, sacando tres libros llamados “Coca, un bio-banco”, “Coca, dieta citogénica” y “Coca, factor antiobesidad”.
El Papa los tomó diciendo simplemente “gracias”. Y Morales agregó, a propósito de la bebida tradicional a base de hojas de coca: “Yo la tomo y me hace muy bien. Se la recomiendo. Así aguanta toda la vida”.
Jorge Bergoglio a su vez le regaló el medallón de San Martín que cede su manto al pobre. El presidente boliviano intervino diciendo: “Vengo de un país cuyo patrono es Francisco, estuve en un sindicato que tenía el nombre de Francisco, y ahora hay un Papa que se llama Francisco”.
Luego el Pontífice le dio dos textos, el primero sobre el amor y la familia (la exhortación “Amoris Laetitia”) y el “El nombre de Dios es misericordia”.
En julio de 2015, Morales regaló a Francisco, durante su visita a Bolivia una cruz con la forma de un martillo y una hoz, símbolo del comunismo.
El regalo desató controversias por tratarse de una ideología que condena a las religiones y ha perseguido y asesinado a cristianos en los países bajo su control, incluido Cuba, en América.
El presidente boliviano participa en Roma en un congreso promovido por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales sobre los 25 años de la encíclica Centesimus Annus.