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La restricción de Estados Unidos supone un duro golpe para la industria pecuaria, la cual ha sido cuestionada en los últimos meses a raíz de varios escándalos, entre ellos el de la “carne débil”.
En marzo pasado, las autoridades brasileñas descubrieron una mafia que adulteraba los productos tanto para el consumo interno como para la exportación, lo que llevó a la restricción temporal de carne por parte de algunos compradores internacionales.
Estados Unidos intensificó entonces los controles sanitarios y, según explicó la Secretaría de Agricultura en un comunicado, rechazó la entrada de 106 lotes (más de 860 toneladas) de productos cárnicos brasileños debido a “preocupaciones de salud pública, condiciones sanitarias y problemas de salud animal”.
Estados Unidos no es gran importador de carne brasileña, pero la importancia va más allá de las cifras, ya que ese gran país es un referente para otros importadores de carne bovina.