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El pescador, de quien no se reveló la identidad, había encontrado la joya de unos 30 centímetros de ancho y 67 centímetros de largo dentro de una almeja gigante.
“Nos asombramos cuando la trajo” el pescador, declaró un funcionario de Palawan.
Un incendio ocurrido en su casa de madera obligó al hombre, que retuvo la perla durante diez años sin conciencia del valor que tenía, a mudarse.
Ante la necesidad de deshacerse de varios objetos, el pescador donó la perla a la oficina de turismo de Puerto Princesa.
El peso de la perla supera el de otra hallada, en 1934, también en Filipinas, que pesa 6,4 kilos y vale unos 35 millones de dólares.