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Dos semanas atrás, una mujer lanzó un mango a la cabeza de Maduro mientras él conducía un autobús entre un enjambre de seguidores.
La fruta tenía un sencillo, pero efectivo mensaje: “si puede me llama” y, a continuación, su número telefónico. La mujer pidió una casa que, según Maduro, le darían en breve.
Desde allí, los seguidores del mandatario socialista no han encontrado mejor forma de obtener respuesta a sus miles de peticiones que lanzándole mangos y hasta un aguacate.
Y la oposición política también busca sacarle provecho escribiendo en mangos mensajes pidiéndole la renuncia y retándolo a recibir en su cara millones de votos en su contra.
Arrojarle objetos a políticos en todo el mundo no es nuevo. Zapatos y huevos son los preferidos del público.
Sin embargo, los proyectiles lanzados a Maduro vienen de sus propias filas.
Sus críticos han denunciado que el presidente de 52 años opta por el populismo para ocultar los problemas que vive el país, como la elevada inflación, recesión económica, agravada delincuencia y desabastecimiento de productos básicos.
“El pueblo venezolano va a lograr ese cambio necesario y urgente no tirando al rostro del decadente poder mangos”, dijo la coalición de partidos de oposición, MUD, en un comunicado.
“Votos, millones de votos es lo que le vamos a pegar por la cara y por el pecho a esa burocracia prepotente y corrupta”, agregó en referencia a las elecciones legislativas de este año, a las que el Gobierno se acerca con bajos índices de aceptación.