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Su muerte eleva a cinco los reporteros asesinados en 2017 en México, considerado el tercer país del mundo más letal para los periodistas, según la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF).
Valdez fue acribillado en Culiacán, la capital estatal, cerca de las oficinas de Ríodoce, el semanario que fundó en 2003 y que logró establecerse como altavoz en una región donde prevalece la autocensura. Desde 1998 también era corresponsal del diario La Jornada.
“Estamos espantados por este drama y enviamos nuestras condolencias a la familia y a sus allegados”, reaccionó la directora de la información de la AFP, Michele Leridon.
“En Culiacán, Sinaloa, es un peligro estar vivo y hacer periodismo es caminar sobre una invisible línea marcada por los malos que están en el narcotráfico y en el Gobierno (...) Uno debe cuidarse de todo y de todos” , dijo Valdez en 2011, al recibir el Premio Internacional de la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).
La Organización de Estados Americanos (OEA), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), así como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional y colectivos de periodistas condenaron el asesinato de Valdez y exigen su esclarecimiento.