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Argentina celebró el Día Internacional de los Trabajadores con división entre los promotores de los actos y con la presencia en Buenos Aires de la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, en una jornada de contenido político con fuertes críticas al Gobierno de Mauricio Macri.
Bolivia conmemoró el Día Internacional de Trabajo con marchas reivindicativas en las principales ciudades del país, como la de Oruro, elegida desde hace años por el presidente del país, Evo Morales, para participar en esta jornada.
Morales aprovechó la celebración para promulgar un aumento salarial para este año, del 5,5 % en el sueldo básico y del 3 % en el mínimo, y una ley de empresas sociales, a la vez que envió un mensaje tranquilizador al empresariado del país, declarado en emergencia ante estas medidas. La nueva ley boliviana da potestad a los trabajadores para convertir en empresas sociales compañías en déficit, abandonadas por los empresarios o en otro tipo de dificultades.
En Chile, una de las dos marchas realizadas en la capital del país con motivo de la celebración del Primero de Mayo terminó con disturbios y un número indeterminado de detenidos. Fue la que organizó la Central Clasista de Trabajadores, que terminó frente a la Universidad de Santiago de Chile, donde varios encapuchados levantaron barricadas, encendieron fogatas y se enfrentaron con las fuerzas especiales de Carabineros.
En Perú, la Confederación General de Trabajadores (CGTP) convocó ayer un “paro nacional cívico y popular” para el próximo 17 de mayo, con el objetivo de protestar “contra la corrupción, la inseguridad ciudadana, el alza del costo de vida, la incapacidad del actual gobierno y el autoritarismo de la bancada fujimorista”.
En Uruguay, la central sindical hegemónica el PIT-CNT, advirtió ayer sobre los salarios sumergidos existentes en el país y pidió atender los reclamos sociales gravando con más impuestos a los sectores más ricos de la sociedad, según su secretario ejecutivo, Óscar Andrade.