El Vaticano sale en defensa del Papa ante acusaciones sobre su pasado

El Vaticano calificó ayer como “calumniosas” las acusaciones de pasividad ante la dictadura argentina que algunos sectores lanzaron contra Francisco. La polémica sobre si el pontífice hizo lo suficiente para proteger a dos sacerdotes secuestrados por la dictadura militar estalló en Argentina, y fue repetida por los diarios del mundo. Sobre las acusaciones, declaró uno de los curas detenidos en ese entonces, el húngaro Franz Jalics.

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Según esos libros, dos jesuitas, el padre Francisco Jalics y el religioso Orlando Yorio, fueron secuestrados después de que el hoy Papa les quitara la licencia religiosa para predicar en una zona marginal de Buenos Aires.

El propio Bergoglio negó cualquier implicación en el caso e insistió en que abogó por su liberación ante el entonces jefe de la Junta Militar que gobernaba Argentina, Jorge Videla.

En el libro de entrevistas “El Jesuita”, de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Bergoglio asegura: “No los eché de la congregación ni quería que quedaran desprotegidos”.

Declaraciones de Jalics

Jalics, nacido en Hungría y residente desde hace años en Alemania, fue secuestrado junto al también jesuita Orlando Yorio (muerto en 2000), en 1976.

“Estoy reconciliado con aquellos sucesos y para mí ese hecho está concluido”, escribió el padre jesuita Franz Jalics, uno de los dos religiosos arrestados durante la última dictadura argentina (1976-1983).

Jalics afirma no poder hacer “declaración alguna” sobre el papel que Bergoglio pudo haber desempeñado en ese periodo, porque explica que tras su liberación dejó Argentina y recién años después pudieron hablar de lo ocurrido.

El jesuita se refiere al viaje realizado por invitación del arzobispado bonaerense, cuando se produjo esa larga conversación con Bergoglio.

“Después de nuestra liberación dejé Argentina”, dijo Jalics. Recién años después tuvimos la posibilidad de hablar de estos hechos con el padre Bergoglio, que en el ínterin había sido nominado como arzobispo de Buenos Aires. Después de esa conversación celebramos juntos una misa pública y nos abrazamos solemnemente”.

“Al papa Francisco le auguro la rica bendición de Dios para su oficio”, dijo.

La detención

En el comunicado, Jalics reconstruyó su secuestro.

“Vivía desde 1957 en Buenos Aires”, contó. En 1974 “con el permiso del arzobispo (Juan Carlos) Aramburu y del entonces padre provincial Jorge Mario Bergoglio me trasladé con un hermano a una villa miseria”.

“La junta militar había matado en uno, dos años, cerca de 30.000 personas, guerrilleros de izquierda como también civiles inocentes. Nosotros dos en la villa no teníamos contacto ni con el régimen ni con la guerrilla. Por la falta de informaciones de entonces y por las falsas informaciones, especialmente, nuestra posición había sido mal interpretada incluso en la Iglesia”, contó.

La Junta cayó sobre ellos tras la desaparición de uno de sus colaboradores durante nueve meses, sí vinculado con la guerrilla, que probablemente bajo tortura puso a los sacerdotes en situación comprometida por sus declaraciones.

“En ese período habíamos perdido el contacto con uno de nuestros colaboradores laicos, que se había unido a la guerrilla. Después de su arresto y su interrogatorio por parte de los militares de la Junta, sucedido nueve meses más tarde, se enteraron de que había colaborado con nosotros. Por esto fuimos arrestados, con la suposición de que nosotros teníamos que ver con la guerrilla”, se lee en el comunicado.

“Después de un interrogatorio de cinco días, el oficial que había conducido el interrogatorio nos despidió con estas palabras: ‘Padres, ustedes no tuvieron culpas y me comprometo a devolverlos a los barrios pobres’. No obstante el compromiso, quedamos encarcelados, para nosotros inexplicablemente, por otros cinco meses, vendados y con las manos atadas”, recordó.

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