LOS ÁNGELES, Estados Unidos (EFE).El paso del tiempo y la deficiente transmisión histórica hacen que medio siglo después de la alocución más famosa de Martin L. King, su mensaje pleno sea casi desconocido, y quizá irrelevante, para la mayoría de los jóvenes negros en Estados Unidos, según expertos.
“Para quienes fueron oprimidos, el pasado es demasiado doloroso como para hablar de ello”, dijo Clayborne Carson, quien es el editor oficial de los documentos de King.
“Y quienes fueron los opresores sienten culpa por ese pasado, y tampoco lo hablan”, añadió.
Histórica fecha
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La histórica “Marcha por Trabajos y Libertad” de agosto de 1963 canalizó un malestar latente de injusticias sociales y contribuyó a cambiar la dinámica de un país (y con influencia en todo el mundo), donde grandes sectores de la sociedad miraban hacia el otro lado ante el abuso contra las minorías, o directamente lo secundaban.
Aquel día, King tomó el micrófono para recordar que un siglo después de la abolición de la esclavitud los descendientes de africanos en EE.UU. eran ciudadanos de segunda clase, vivían segregados, maltratados por las autoridades y condenados a ser pobres.
Logros
El movimiento pacífico abanderado por King logró la aprobación de la Ley de los Derechos Civiles (1964) y la Ley del Derecho al Voto (1965), normativas diseñadas para prohibir la discriminación por razón de raza, género, religión y nacionalidad, y bloqueaban iniciativas destinadas a desincentivar el voto de las minorías.
Aquellas protestas posibilitaron que hoy Barack Obama sea el presidente de EE.UU., el primer afroamericano, un logro que resultaría impensable en los tiempos de King, quien imaginó otros avances que, no obstante, siguen pendientes.
Aún falta
“1963 no es un final, sino un principio”, recitó el activista en su fervoroso discurso “Tengo un sueño”, cuya evocación de un futuro de igualdad racial aún choca con las frías estadísticas del presente.
En 2012, el índice de desempleo de la población negra fue de un 13,8 por ciento, por un 8,1 de la blanca.
Además, de los 40 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza, un 25,8 por ciento son negras (frente al 11,6 % blancas).
Entre 2000 y 2010, la tasa de encarcelamiento de afroamericanos fue 7 veces superior a la de los blancos, mientras que la segregación de la que se quejaba King aún persiste, si bien de formas más sutiles.
Según un estudio de 2012 del Proyecto de Derechos Civiles de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), un 74% de los estudiantes de color están matriculados en colegios donde los blancos son minoría, un porcentaje que en el caso de los niños hispanos es de un 80%.
Los números dibujan un panorama poco alentador, a pesar de las organizaciones, incluidas gubernamentales, que trabajan para mejorar la situación.
Hoy, otras minorías
Los hispanos son ahora la gran minoría en EE.UU. con una población de más de 50 millones de personas frente a 38 millones de afroamericanos, y son los latinos quienes fijan la agenda de las reivindicaciones sociales y políticas con la reforma migratoria como estrella.
El lugar preeminente que antes ocupaba el movimiento feminista lo ostentan hoy los colectivos de homosexuales, lesbianas y transexuales.
Mensaje presente
El profesor de estudios religiosos en la Universidad Gonzaja, Washington, Matthew Rindge cree que debería cesar la conmemoración de King y su discurso como un sermón limitado a las relaciones raciales y el derecho de voto, al tiempo que se olvida el mensaje mucho más perdurable sobre justicia social y empleos.
“Recordar a King principalmente por su lucha contra la segregación es recordarlo mal”, escribió Rindge en su blog.
“Estados Unidos ha hecho con King lo que las iglesias han hecho con Jesús: remodelarlo a nuestra imagen y semejanza”.
“La domesticación y esterilización de King ha sido la única forma de integrarlo en nuestra conciencia nacional”, añadió.
“La alternativa, poco probable, sería cuestionar los dos motores sagrados de EE.UU.: la economía y la fuerza militar. Irónicamente, las críticas de King a la pobreza y el militarismo son hoy más relevantes que su trabajo por la integración racial”.
Martin L. King también predicó la convivencia de blancos, negros, latinos, asiáticos, y sin embargo aún ahora, en Estados Unidos, cada grupo tiende a congregarse con sus pares: en las fiestas de negros poco o ningún blanco es invitado, y viceversa.
Obama, ejemplo del legado de King, pero aún falta
WASHINGTON (EFE). Muchos afroamericanos vieron el sueño de Martin Luther King reflejado en la elección de Barack Obama en 2008. Casi cinco años después, el Mandatario hablará a la sombra de las palabras del reverendo con el reto pendiente de convertir el símbolo de su Presidencia en legado para los derechos civiles.
Obama se colocará este miércoles en el mismo lugar donde King pronunció su famoso “I have a dream” (“Tengo un sueño”) para dar un discurso de homenaje en el 50º aniversario de ese hito histórico, todo un desafío incluso para un mandatario al que muchos consideran heredero de la oratoria y el ímpetu del ícono de la lucha racial.
“(Obama) no es solo un símbolo. Es un reflejo tangible de la toma de poder político de los negros en Estados Unidos”, dijo Glenn T. Eskew, experto en el movimiento de derechos civiles en la Universidad de Georgia.
“La idea del derecho a voto era solo uno de los objetivos del movimiento, pero era un objetivo central”, agregó Eskew.
Pero otros recuerdan que el fin último del activismo de King “era ‘igualdad para todos’, no ‘la elevación de uno’”, como escribió recientemente Gary Younge, autor de un libro sobre el reverendo, en la revista “The Nation”.
“Hace falta algo más que una elección para llegar a una verdadera reconciliación racial”, señaló Andra Gillespie, experta en raza y política en la Universidad de Emory (Georgia), al Washington Post.
