El príncipe Alberto gobierna Mónaco

El príncipe Alberto de Mónaco, de 47 años, asumió la regencia del Principado debido al delicado estado de salud de su padre, el príncipe Rainiero, que permanece en la unidad de cuidados intensivos del centro cardio-torácico, anunció el jueves el Palacio en un comunicado.

Cargando...

“Conforme a los estatutos de la familia soberana, el Consejo de la Corona, solicitado por el secretario de Estado, después de haber informado a Su Alteza Serenísima el príncipe heredero Alberto, constató la imposibilidad de que Su Alteza Serenísima el príncipe Rainiero III ejerza sus altas funciones”, dice el texto.

“Desde ese momento, la regencia está a cargo de Su Alteza Serenísima el príncipe heredero Alberto”, añade el Palacio.

Esta decisión se produce cuando el estado del príncipe Rainiero, de 81 años, que fue ingresado por última vez el 7 de marzo y está en cuidados intensivos desde el día 22, se degradó bruscamente obligando a sus médicos a ponerle un tratamiento de diálisis renal.

“Bajo la influencia del tratamiento y de las diálisis renales, los parámetros biológicos se han estabilizado. El estado de salud de su Alteza Serenísima el príncipe Rainiero III no presenta ninguna modificación notable”, señaló el miércoles el parte firmado por los tres médicos del príncipe.

Rainiero, a la cabeza del Principado desde 1949, fue hospitalizado por una “inflamación bronco-pulmonar”.

La salud del príncipe, que es el soberano más longevo del mundo después del rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, de 77 años, era ya muy frágil desde que en 1994 fue sometido a un doble puente aorto-coronario y en 2000 a una ablación parcial del pulmón.

FUE PREPARADO PARA PRINCIPE

El discreto príncipe Alberto, formado por el príncipe Rainiero para sucederlo, recibirá como legado no sólo el trono del Principado de Mónaco, edificado sobre las finanzas, los casinos y el respaldo de Francia, sino una fabulosa leyenda de amores, escándalos y fascinación cinematográfica.

Rainiero se enorgullece de haber convertido al Principado de Mónaco en un Estado sólido y moderno, preparado para entrar en el siglo XXI. Su férrea gestión gubernamental, centrada en el desarrollo de obras públicas y la apertura a los bancos y las empresas extranjeras, condujo a la prosperidad.

Su romántica boda con la actriz de cine Grace Kelly fue probablemente la operación más rentable para el Principado, pues no sólo creó una corriente internacional de simpatía, sino que atrajo el interés de inversores de todo el mundo.

De los tres hijos que tuvo Rainiero con la princesa Grace, sólo Alberto fue preparado para reemplazarlo en el ejercicio del poder. La vida de sus hermanas, las princesas Estefanía y Carolina, cuyas bodas, divorcios y escándalos amorosos han atraído a los paparazzi durante décadas, contrasta con la existencia serena de Alberto, conocido como un hombre dedicado a los deportes y que hasta la fecha ha evadido el matrimonio.

El soltero más codiciado de Europa tiene ahora 47 años. Aunque estudió Ciencias Políticas en Estados Unidos e hizo su servicio militar en la marina francesa, sigue mostrando más interés por el atletismo, la natación, el tenis, la vela, el esquí, la esgrima y el yudo (es cinturón negro), que por satisfacer a su padre dándole nietos.

Sin embargo, durante los últimos años tuvo que asumir gradualmente más responsabilidades, sustituyendo a Rainiero en misiones en América Latina y en China. Dirigió la delegación monegasca ante las Naciones Unidas, donde el Principado fue admitido en 1993 como Estado miembro, y durante su adhesión al Consejo de Europa, en octubre de 2004.

En noviembre de 1999 presidió la 54 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas consagrada a “los océanos y al derecho del mar, así como a la construcción de un mundo pacífico y mejor gracias al ideal olímpico”. Desde la muerte de la princesa Grace preside la Cruz Roja monegasca y acumula funciones en numerosas organizaciones y fundaciones.

Este hombre misterioso, reservado y célebre, heredero de la dinastía Grimaldi, deberá asumir la dirección de un Estado soberano, diminuto pero floreciente, cuya existencia está garantizada por Francia.

El artículo 10 de la Constitución monegasca concede la prioridad al descendiente varón. Alberto es heredero del título, pero si falleciera sin haber tenido hijos, naturales o adoptados, su hermana mayor, la princesa Carolina, ejercería la soberanía.

En 1998, un comunicado del Palacio recordó que Alberto ‘posee el título de príncipe heredero desde su nacimiento‘.

PEQUEÑO PRINCIPADO DE SIETE SIGLOS

El Principado de Mónaco, enclavado en la costa mediterránea de Francia, es el segundo Estado más pequeño del mundo, detrás del Vaticano, pero ha conseguido mantener su identidad a lo largo de siete siglos.

Los imperios de los Habsburgo o de Napoleón Bonaparte han desaparecido, pero Mónaco perdura, aunque con su soberanía aún condicionada por Francia (el jefe de Gobierno tiene que ser un francés elegido entre tres candidatos propuestos por París y las fuerzas armadas francesas se responsabilizan de la defensa).

El enclave tiene poco más de 32.000 habitantes, población comparable a la de Gibraltar, pero con una extensión de sólo 2 kilómetros cuadros, un tercio de la del Peñón.

Por tanto, tiene la mayor densidad demográfica del mundo, desde que Macao fue reincorporada a la China en 1999.

El relativamente próspero Principado, donde no existen los impuestos sobre la renta, es conocido por el casino de Montecarlo y el automovilismo, tanto de Fórmula Uno como de rally, además de su puerto repleto de yates de lujo.

Mónaco pudo ingresar en la ONU en 1993 y el año pasado se convirtió en el cuadragésimo sexto miembro del Consejo de Europa, después de firmar con Francia en 2002 un tratado que le ampliaba la soberanía y garantizaba la continuación de la independencia del enclave incluso en caso de extinguirse la línea dinástica de los Grimaldi.

La historia de la dinastía en Mónaco se remonta a 1297, cuando Francisco Grimaldi se hizo con lo que entonces era una colonia de Génova, establecida en 1215.

Los Grimaldi pronto iban a ser expulsados de Mónaco, pero lograron regresar en 1331, al igual que volverían a reinar en 1814, tras una ausencia de 25 años que comenzó con la revolución francesa y terminó con la derrota de Napoleón.

Entre estas fechas tuvieron relaciones complicadas, cuando menos, con Génova y, sobre todo, con Francia.

Pese a que Francia había reconocido la ‘soberanía‘ de Mónaco (en 1489) e incluso su ‘independencia‘ (en 1512), las presiones francesas molestaban a Agustín I tanto que recurrió en 1525 a la tutela de Carlos I de España (V de Alemania).

En 1641, sin embargo, los Grimaldi tuvieron que volver a vivir bajo el dominio de Francia, cuyos soldados sustituyeron a los españoles en el cuartel del enclave.

Tras el desmoronamiento del imperio napoleónico, Mónaco fue convertido en protectorado del Rey de Cerdeña hasta 1861, cuando recuperó la independencia, reconocida por Francia a cambio de la cesión a este país de los municipios de Menton y Roquebrune, que suponían el 80 por ciento de su territorio.

Francia volvió a imponerse, sin embargo, tras la Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles de 1919 hizo de Mónaco un protectorado francés de nuevo.

Mientras tanto, el príncipe Alberto I aceptó en 1911 promulgar una primera Constitución y la democratización del Principado fue confirmada y profundizada en la Carta Magna actual, de 1962.

Con la modificación de esta Constitución acordada con Francia hace tres años, Mónaco ha garantizado su independencia relativa para el futuro previsible, sea quien sea su jefe de Estado. (AFP/EFE)
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...