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Ante esta comunidad de salesianos, que representan a los cerca de 500 fieles católicos de este país, donde el 90% son musulmanes, Francisco se presentó como si fuera hoy un sencillo párroco.
“Se podría pensar que el Papa pierde el tiempo” visitando a estas comunidades, se preguntó al terminar la misa.
“Seguro que no”, se replicó a sí mismo, entre aplausos de la reducida y entusiasta feligresía.
Una misa ante cerca de unas 400 personas, prácticamente la comunidad entera, en la pequeña iglesia, con coros acompañados de guitarras y flautas, como en cualquier parroquia.
Francisco ofició en inglés, el idioma que utilizan para comunicarse los salesianos y las religiosas que viven en Bakú, aunque la homilía la pronunció en italiano y se tradujo en azerí para los fieles.