El hambre cambia identidad y vida del pueblo venezolano

El hambre y la escasez obligan al venezolano a repensar su identidad histórica, después de un siglo cultivando la idea de pertenecer a un país rico con fuentes inmensas de petróleo y una envidiable movilidad social que permitía prosperar económicamente.

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PANAMÁ (EFE).La desesperación de las madres que hacen filas por horas para irse con las manos vacías a la casa, o la de quien ve al cáncer devorar lentamente a un hijo por falta de medicinas, es “una cosa inédita en nuestro imaginario”, alimentado por años de bonanza económica, relata el escritor Alberto Barrera Tyszka.

Ganador del premio Tusquets de novela por “Patria o Muerte” (2015), inspirada en la tensión de los meses previos al deceso del presidente Hugo Chávez, el escritor considera que aunque la desigualdad y la pobreza inspiraron su llegada al poder, no existían entonces “estas imágenes de hambre, de gente pasando necesidad”.

“Eso es una imagen de nosotros mismos que los venezolanos tenemos que procesar y eso apenas está empezando a suceder. Es una pobreza que no conocíamos”, de cuyas consecuencias, empezando por la desnutrición, han alertado gremios médicos del país.

El desabastecimiento de alimentos y medicinas puede llegar hasta el 80 % en el país con las mayores reservas probadas de petróleo, de acuerdo con la encuestadora venezolana Datanálisis, mientras diputados opositores aseguran que 8 de 10 personas come una sola vez al día y el 40 % de los niños sufre de algún tipo de desnutrición.

Para adquirir la canasta básica, dirigida al consumo de una familia de cinco miembros, se necesitaban 11 salarios mínimos hasta el pasado febrero, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, que indicó entonces que su precio había subido un 482 % en el último año.

Es esta crisis económica, según Barrera, la variable que “en gran parte va a definir todo”, incluso la sostenibilidad del “mito” de Chávez.

Barreras, ve al chavismo como una iglesia sostenida por un tipo con carisma, “que logró tener una narrativa que la gente compró, porque su discurso –el de Chávez– estaba lleno de verdades, aunque él las manipulara, las trabajara. Él apeló a unas cosas que eran ciertas, a un país con unos problemas de desigualdad y pobreza tremendos, a una elite que no sabía leer la realidad”.

“Curiosa, o trágicamente, estamos 17 años después con una elite que no sabe leer la realidad”, lamenta.

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