El declive de un ciclo en Brasil

Por iniciativa y organización de la Fundación Desarrollo en Democracia, un grupo amplio de parlamentarios de distintos partidos, miembros del gabinete y representantes del Poder Ejecutivo, empresarios y ejecutivos de empresas y actores de la sociedad civil viajó a Brasilia y São Paulo para conocer de primera mano las características y la real profundidad de la crisis que golpea a nuestro poderoso vecino. Con una recesión esperada de -2,8% en el PIB este año, la crisis es económica, pero el telón de fondo es político.

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Pese a los tumultuosos tiempos que se viven, gracias a las gestiones de los organizadores, el apoyo de la Embajada paraguaya y la amabilidad de los anfitriones, el grupo pudo reunirse con altos exponentes del Gobierno, el Congreso, el Poder Judicial, el sector empresarial, los sindicatos, la prensa y la academia.

Como ejemplo, la senadora Gleisi Hoffman, muy conocida en Paraguay, recibió a la delegación justo antes de defender en el Senado nada menos que el “caliente” paquete de ajustes enviado por la Presidenta.

La experiencia resultó esclarecedora, no solo por la información recabada, sino porque fue útil para poner la situación en perspectiva y tener una visión más cabal de la naturaleza de la crisis y de los posibles escenarios para el futuro.

Iremos ahondando en detalles en próximas publicaciones, pero, a modo de introducción, más allá de los extremos entre quienes defienden a rajatabla a Dilma Rousseff y quienes la atacan despiadadamente, de lo que verdaderamente se habla en Brasil es del declive del ciclo político iniciado en 2003 por Luiz Inácio Lula da Silva.

La columna vertebral de ese ciclo la ha constituido desde sus inicios la alianza entre el Partido de los Trabajadores y el PMDB (Partido do Movimento Democrático Brasileiro), el partido del actual vicepresidente Michel Temer y del expresidente José Sarney, una nucleación de centro que es individualmente la mayor fuerza política de Brasil, con mayoría en el Senado y con casi la misma cantidad de representantes que el PT en la Cámara de Diputados.

Esa alianza se está resquebrajando claramente. Según la opinión generalizada, al borde de la fractura. De hecho, el presidente de la Cámara Alta, Renan Calheiros, es cada vez más crítico del Gobierno, en tanto que el titular de Diputados, Eduardo Cunha, ya se manifiesta abiertamente en contra.

La habilidad política de Lula consiguió construir y mantener unida una amplia coalición a partir del eje PT-PMDB, sostenida, como veremos, de manera muy clientelista. Con Dilma es diferente. Ya sin los ingentes recursos provenientes del llamado “superciclo de los commodities”, con recesión, crisis fiscal y necesidad de hacer ajustes, todo sumado a los escándalos de corrupción, el castillo de naipes se le está viniendo abajo a meses de comenzar su segundo mandato.

¿Tanto como para hacerla caer? Eso está por verse. Por ahora no existen los votos para un “impeachment” a la Presidenta, aunque ello puede cambiar en cualquier momento. Lo que se da por hecho es que, en cualquiera de los casos, el PT y el PMDB ya no caminarán juntos.

Pérdida de respaldo

Los cuadros son de la consultora privada brasileña Prospectiva (www.prospectiva.com), con cuyos directivos también se reunió la delegación. Muestran que Lula contó con amplio apoyo de partidos grandes y pequeños de todo el espectro político, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, con lo que se aseguró una sólida gobernabilidad (se dice que creaba ministerios con la sola finalidad de repartirlos entre sus aliados). Dilma, en cambio, fue perdiendo respaldo, paulatinamente primero, aceleradamente después, por errores políticos propios y por no tener el mismo margen de maniobra en lo económico. Lo más relevante es el deterioro de su relación con el PMDB, a punto de pasar a la oposición.

PRÓXIMA NOTA:

Un Estado omnipresente y prebendario con un sistema político multipartidario sumamente fragmentado.

arivarola@abc.com.py

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