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Poco antes, el mismo tribunal había condenado a Mursi, primer presidente elegido democráticamente en Egipto, a cadena perpetua por “espionaje”. Y el 21 de marzo, en un primer juicio, fue condenado a 20 años de prisión por incitación a la violencia contra manifestantes en 2012.
La pena de muerte en este tercer proceso fue confirmada después de que el tribunal consultara al gran muftí, la mayor autoridad religiosa del país en la interpretación de la ley islámica, al que el Gobierno otorga un rol consultivo.
Al escuchar las sentencias, el expresidente, calmado y sonriente, levantó los puños unidos para expresar su determinación.
La Hermandad de los Hermanos Musulmanes denunció unos “veredictos grotescos”, llamando a manifestarse el viernes “contra las penas de muertes, las desapariciones forzadas” y contra “el criminal fascista Abdel Fatah al Sisi y su banda”.
La Casa Blanca dijo que la sentencia contra Mursi tenía “motivos políticos”.