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WASHINGTON (EFE). Al anunciar la medida, la Casa Blanca aseguró que las sanciones impuestas a China “son necesarias” para restablecer el equilibrio en la relación comercial con el gigante asiático.
“Debemos tomar fuertes medidas defensivas para proteger el liderazgo de Estados Unidos en tecnología e innovación contra la amenaza sin precedentes que representa el robo de China de nuestra propiedad intelectual”, señaló en un comunicado el responsable de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Lighthizer.
En concreto, 1.102 productos chinos de “tecnologías industrialmente significativas” serán cargados arancelariamente por el Gobierno estadounidense, una cifra algo inferior a la inicialmente propuesta en marzo.
Industrias como la robótica, aeroespacial y automovilística serán las golpeadas a partir del 6 de julio por esta nueva ola de aranceles, que no afectará, por otro lado, a bienes de consumo como teléfonos móviles o televisiones.
El Gobierno chino respondió en un comunicado que introducirán “de inmediato la misma escala y las mismas medidas arancelarias” que las impuestas por EE.UU.
A pesar de la pronta réplica desde Pekín, el economista Daniel Lacalle (de la consultora Tressis Gestión), destacó que China “es incapaz de tomar represalias de una manera que pueda dañar la economía estadounidense”.
“Trump está negociando de una forma muy agresiva sabiendo que China no puede tomar represalias de una manera que pueda dañar la economía estadounidense, ya que las exportaciones solo representan el 12% del PIB de EE.UU.”, explicó Lacalle.
La escalada comercial podría intensificarse aún más en las próximas semanas, ya que Trump avisó ayer que EE.UU. “perseguiría aranceles adicionales”, en caso de que China reaccionara.